lunes, 25 de octubre de 2010

Revolution Street (X): Enemigo Único.

La conocida técnica propagandística del Enemigo Único, en la que se muestra a la población un solo responsable de todos los males ocurridos, ocurrentes y por ocurrir, y según la cual todos los males se acabarán cuando se quite de enmedio (a veces políticamente, pero en muchas ocasiones hasta físicamente) al presunto culpable -o culpables, que a veces el Enemigo Único son millones de personas- de todo, tiene varios objetivos.

Por un lado, busca el justificar o ignorar los desmanes de los que efectúan dicha propaganda. Al fin y al cabo, si el mundo será un paraíso terrenal cuando quitemos de enmedio al Enemigo Único, todo se debe dar por bien empleado, y no es plan de aguar la fiesta poniéndose a soltar moralinas. Incluso se considera válido y justificable comportarse peor aún que el Enemigo Único, si eso sirve para quitarlo antes de la circulación. Podemos hacer de todo, y comportarnos de forma inmoral, zafia, hipócrita y repetir los vicios del Enemigo Único elevándolos al cubo, si es necesario, que la simple confesión verbal de rechazo hacia el Culpable de Todo absolverá al fanático de todos sus pecados.

Pero, por otro lado, la identificación del Enemigo Único produce otro fenómeno: que dicho Enemigo se convierte en el referente moral de todos los que creen que todo cambiará automáticamente cuando sea eliminado. Un referente moral inverso, pero referente al fin y al cabo. El rechazo a dicho Enemigo se convierte en el DNI -yo diría que hasta en el ADN- que identifica a los buenos, aunque piensen cosas totalmente distintas e incompatibles entre sí. A los obsesionados con el Enemigo Único se les reconoce porque no identifican a los buenos por sus actos (ni siquiera por sus palabras) sino porque dan por sentado que todo el que rechace al Enemigo Único y quiera eliminarlo debe ser bueno, a la fuerza (haga lo que haga y diga lo que diga) y ven, en cualquiera que exprese su rechazo al Enemigo Único, no ya a un aliado, sino hasta un alma gemela (aunque sus formas de pensar no tengan nada que ver la una con la otra).

En España, y en el régimen político en el que vivimos (bajo el que vivimos, mejor dicho) ese Enemigo Único, para gran parte de la población, y desde la transición (transición desde la prosperidad económica y la justicia social al robo institucionalizado, quiero decir) ha sido un grupo muy concreto: Los socialistas (el PSOE, más concretamente). Especialmente cuando gobiernan, y más concretamente su líder (o al que identifican como su líder): el presidente del gobierno.

Si a todo esto añadimos la tendencia de la mente revolucionaria a coger el rábano por las hojas y a juzgar, no el árbol por sus frutos, sino los frutos según el árbol del que proceden, el desastre está servido: si critica a los socialistas, es bueno, o es de los míos, y todo lo que hace, de una forma u otra, debe considerarse bueno o disculpable o, en su defecto, debe darse por bien empleado.

Es este el sencillo mecanismo (la obsesión por el Enemigo Único) el que ha llevado a parte de la "derecha de toda la vida" a votar o, al menos, sentir simpatía, por UPyD, un partido aún más socialista y anticatólico que el PSOE (que de boquilla es muy agresivo, cierto, pero necesita - a la hora de la verdad- mantener ciertas apariencias para no disgustar a buena parte de su electorado, que, paradójicamente, es muy conservador y "religioso a su manera" -piensen en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, o el extrarradio de Barcelona, por ejemplo). Rosa Díez critica al PSOE con mayor frecuencia que Rajoy, ergo Rosa Díez mola más que Rajoy; que sea peor que Rajoy - y que Zapatero- en todo lo demás, carece de importancia al lado de los repetidos éxtasis antizapateriles que sentimos cuando, con sus críticas al PSOE, nos toca esa parte de nuestro cerebro sensibilizada previamente para tal efecto por la propaganda del Enemigo Único.

Por supuesto, también influye que haya gente dispuesta a tirarse por un barranco si así se lo pidiera su locutor radiofónico favorito pero nótese que el locutor radiofónico favorito de la derecha que mira con simpatía a Rosa Díez es, casualmente, el que pone a parir al PSOE con mayor frecuencia - y ya se sabe: si critica al PSOE, tiene que ser bueno; y si es el que, con mayor frecuencia critica al PSOE, entonces es el mejor, y no se hable más.

Y es que, además, fíjense detenidamente en un detalle: en cómo la masa pepera juzga a los políticos de este partido, no por lo que hacen o dejen de hacer, sino por la virulencia y la frecuencia con la que critiquen al PSOE. Ya puede una ser la mayor financiadora de abortos de España, o permitir a los colegios madrileños que prohíban a los alumnos llevar crucifijos al cuello, que si critica al PSOE un día tras otro, esto último, por sí solo, la revela como la mejor política de España.

¿Qué ha hecho mal Rajoy que no hiciese Aznar? ¿En qué se diferencia el "PP de Rajoy" del "PP de Aznar? En nada. El "golpe de timón" del famoso congreso de Valencia, no fue programático, sino dialéctico. El PP ha seguido (si se fijan bien) haciendo lo mismo de siempre (sus abortos, su reparto gratuito y fetén de la PDD -los socialistas, al menos, la venden a 20 euros-, sus conchabeos con los nacionalistas, o la implementación de políticas nacionalistas en regiones en las que el PP gobierna con mayoría absoluta), pero, de alguna manera, ha renunciado a criticar con tanta frecuencia -salvo excepciones- al PSOE (signo ominoso de que el lobo tiene tan seguras a las ovejas en el redil que hasta puede permitirse el lujo de quitarse la piel de cordero).

Naturalmente, que el PP siguiese con "lo suyo", sigue sin molestar a su electorado, pero que Rajoy y su equipo (por pereza o, simplemente, por falta de necesidad) dejasen de poner a parir a los socialistas con la intensidad con la que lo hacían (hacen) Aznar y su gente...¡ah, no! Eso es inconcebible. Decenas de miles de niños asesinados mediante abortos provocados...eso tiene un pase. Que no se raje adecuadamente del malvado Zapatero y sus secuaces, eso es algo que -así lo afirmaban las masas peperas- resulta imperdonable por los siglos de los siglos. Amén.

Bueno, "amén" hasta que han empezado a salir encuestas en las que Rajoy sacaba ventajas por encima de los diez y doce puntos (hasta quince, según algunas). Como por ensalmo, ha desaparecido esa legión de peperos de principios infranqueables que, antes de votar a Rajoy, estaban dispuestos a cortarse a pelo lo que se cortó -con anestesia y en su día- Carmen de Mairena. De pronto, el cobarde ha pasado a ser un "inteligente estratega" (nótese, una vez más, como la misma conducta es definida de una u otra manera, según convenga) que (resulta) sabía lo que estaba haciendo. Porque la derrota del Enemigo Único es Lo Único Importante. Y los principios no negociables lo son hasta que Lo Único Importante se cruza ante nuestras narices.

Pero no crean que sólo las masas peperas o socialistas (para éstas, el Enemigo Único que lo justifica todo -hasta la ruina familiar y quedarse en paro- es el PP) son vulnerables a esta propaganda que lleva a la gente a este tipo de obsesión. Piensen en la cantidad de patriotas y/o tradicionalistas (a falta de palabras mejores, que si quieren puedo decir "ultraderecha") que revelan haber sido influidos por la propaganda del Enemigo Único reaccionando, de forma automática e inconsciente, con simpatía ante cualquiera que rompa a poner a parir a un sociata.

Por ejemplo, sintiéndose fascinados por ciertos medios de comunicación -peperos a más no poder- que, casualmente (siempre los mismos síntomas, siempre la misma enfermedad), son vistos por buena parte de la ultraderecha (para entendernos) con una simpatía directamente proporcional a la frecuencia y la intensidad con la que critican a los socialistas (luego, claro, vienen las sorpresas porque el escorpión -como siempre- le pica a la rana que lo llevaba a cuestas cruzando el río).

Que alguien critique a un socialista, por supuesto, no significa que esté de acuerdo contigo en nada más. Y no significa, desde luego, que comparta contigo nada de lo que es fundamental para tí; si acaso, demuestra tener contigo en común algo accesorio que saca a relucir para llevarte al huerto. Que alguien critique a un socialista no significa que sea tu aliado. De hecho, la mayor parte de los que critican a los socialistas, simplemente lo hacen para quitarlos y ponerse ellos a hacer lo mismo (o algo peor, si cabe).

Si ustedes persisten en ver aliados donde no los hay, o creen ver asociaciones y grupos afines en aquéllos cuyo fin es obliterar y hacer desaparecer a los suyos -aunque sea absorbiéndolos-, sepan que se debe a que, aunque no se den cuenta de ello, en sus cabezas y sus corazones, conceden mayor importancia a lo que odian -los malvados sociatas- que a lo que aman (su Patria, su Fe, sus Principios No Negociables, o lo que más gusten).

Y por eso -y no por otra cosa- acuden al 17-O, pero tienen clarísimo que no harán huelga el 29-S. Por eso - y no por otra cosa- disculpan o quitan importancia, una y otra vez, a la hora de colaborar con la derecha, a lo que no admite excusa ni el más mínimo paño caliente cuando de la izquierda se trata. Por eso- y no por otra cosa- se juntan, se acercan o se intentan arrimar ustedes a los que no dudan en pisotear todo aquello que ustedes aman exactamente igual (o incluso más) que hacen aquellos a los que ustedes odian.

Por que son ustedes víctimas - aunque nunca se lo hayan planteado así- de la táctica progagandística del Enemigo Único.

Y así, rociada por el sistema con dicha propaganda, la ranita ultraderechista persiste en el error de creer que la llave que le abrirá la puerta de salida del laberinto del ostracismo consiste en ayudar - una y otra vez- al escorpión derechoide a cruzar el río, viendo un aliado en el que no es sino un enemigo letal.

¿Recuerdan Octubre de 1982?. "Hay que votar a Fraga para que los socialistas no saquen mayoría absoluta".

Jajajajaja.

Pues no se rían, que, treinta años después, seguimos igual (pero creyéndonos más listos porque hablamos de cadalsos a causas y tronos a consecuencias, eso sí). Ni siquiera hace falta votarlos. Han colocado señuelos (léase plataformas, foros, asociaciones varias cuyos nombres incluyen, frecuentemente, la palabra "libertad") para que podamos apoyarlos sin necesidad de votarlos (y hasta para que les imitemos).

Cambien el chip.

PS: Se admiten emilios asesorando sobre cómo se programa la publicación de entradas, que ésta (publicada hoy, 28 de Octubre), ha salido con la fecha en la que se escribió parte de la misma.

jueves, 21 de octubre de 2010

Finos estrategas.

Yo lo reconozco: Es mucho más agradable recibir elogios que recibir palos.

Es por eso que no hay grupo formado por seres humanos (o por seres vivos, o por personas) que no sea vulnerable a ciertos errores, exactamente igual que hay personas que, aun sabiendo que es terriblemente nocivo para su salud inyectarse heroína intravenosa, siguen haciéndolo: porque es agradable, o no tan incómodo como afrontar la, a veces, o casi siempre, cruda realidad.

Vivimos en una época (y me da que no siempre ha sido así) en la que se toman como sinónimos lo agradable con lo correcto y lo bueno, y lo desagradable con lo malo y lo equivocado (como si lo uno fuese, inequívocamente, asociado a lo otro). Son asociaciones que la mente suele hacer de forma automática, si uno no se para a cuestionarlas. Y es uno de los métodos más efectivos que utiliza el diablo para llevarnos a todos a mal traer; precisamente la razón por la que los que deberían hablar del diablo todo el día apenas lo hacen es por su identificación -consciente o no- entre lo agradable -recibir elogios o no recibir palos- y lo correcto (no es difícil entender que mal médico sería aquél que buscase, ante todo, complacer al paciente o ganarse su sonrisa, en lugar de decirle a éste lo que necesita, pero no quiere oír).

Decía un Papa que sí era Santo y Magno (Gregorio I, más concretamente) que más valía causar escándalo que ocultar la verdad.

Muchos, en principio, suscribirían tal afirmación (tal verdad, de hecho). Y, por ello, se arman de valor y se lanzan al ruedo con la verdad por delante...hasta que empiezan a caerles palos, uno tras otro y sin solución (ni hermenéutica) de continuidad. Pero, claro, igual que se nos ha dicho que la Verdad nos haría libres, nadie dijo que decir la verdad, automáticamente, supusiese ser llevados a hombros y salir por la puerta grande.

El caso es que, en unos grupos y otros, llega un momento en que los hay que se cansan de recibir palos. Y (aquí viene el error) interpretan el cabreo del enemigo como un mal síntoma. Síntoma de que algo no se está haciendo como es debido. Porque todo el mundo entiende perfectamente que las mentiras molesten (tanto por su contenido como por ser mentiras). Pero, por alguna razón, se da por sentado que, si una verdad molesta, debe ser porque no se está comunicando bien. Cuando precisamente, las verdades que molestan, molestan porque se comunican perfectamente y con toda la claridad del mundo (pregúntenle a Jesucristo: entró a Jerusalén por la puerta grande, aclamado por la multitud, y acabó crucificado tres días después).

Esta errónea interpretación del enfado ajeno como un mal síntoma parte de otra premisa: el creer que la gente piensa lo que piensa, hace lo que hace (y vota lo que vota) debido a la ignorancia. Entonces se piensa que, si uno dice la verdad, los presuntos ignorantes, automáticamente, dejarán de serlo, y se sentirán agradecidos de por vida ante los que les sacan de su error.

Sin embargo, que mucha gente reaccione ante la verdad con un cabreo de padre y muy señor mío, denota que el problema, en realidad, no era (ni es) la ignorancia, sino el fanatismo. Que la gente piensa lo que piensa, hace lo que hace, y vota lo que vota, con plena conciencia de ello. Y que lo que buscan no es la verdad (que la sospechan y la saben de sobra) sino alguien que les suministre el enésimo pseudorrazonamiento o racionalización para lavar sus conciencias y seguir erre que erre (y los amables, sonrientes y coloreados suministradores de excusas saben de sobra que las mentiras tienen las patas cortas y se desmontan fácilmente; la prueba está en la frecuencia con la que se ven obligados a suministrar nuevas consignas y nuevas excusas).

El fanático, ante la verdad molesta, grita "¡Crucificadle!", mientras que, ante el barrabás que le suministra el pienso ideológico grita "¡Soltadle!" (bueno, hoy en día grita más bien: "¡Dadle subvenciones!" o "¡Toma un donativo!"; unos recurren al camello -mal visto- y otros al camello ideológico -bien visto- pero tan adictos y tan necesitados de su particular y regular suministro de droga anestesiante -fisiológica en un caso, mental en el otro- están los unos y los otros).

Y los problemas empiezan, como ya digo, cuando los que se cansan de recibir palos, o que (quizás ni dándose cuenta de ello) valoran mucho más el aplauso del prójimo que la satisfacción de decir la verdad, intentan disfrazar la necesidad (de aplausos y sonrisas complacientes) de virtud, y citan la palabra mágica, la versión políticamente correcta (incluso para los que van de políticamente incorrectos) de la bandera blanca:

"Estrategia".

Lo cierto es que decir la verdad alto y claro, aunque a uno le lluevan insultos y pescozones por todas partes, es también una "estrategia" (y si la recomienda un Papa Santo y Magno y la practicó el propio Jesucristo, no seré yo quien les enmiende la plana). "Estrategia" es todo lo que uno hace, en realidad, sea lo que fuere.

Pero lo que, en realidad, quieren decir las mentes pensantes que, descubriendo de nuevo el Mediterráneo, utilizan esta palabra es, sencillamente, "complacer al enemigo, o molestarle lo menos posible". Parten de la errónea premisa que, para convencer a alguien de algo, es imprescindible arrancarle una sonrisa, o pasarle la manita por el lomo. Lo que ocurre, al final, es que para arrancar esa sonrisa uno tiene que dejar de decir la verdad, o disfrazarla de tal modo que resulta irreconocible (repito: no es lo mismo "caballos delante del carro" que "carro delante de los caballos", aunque a estas expresiones, aparentemente, les una mucho más de lo que las separa).

Y, claro, si para arrancar la sonrisa al enemigo (una sonrisa que se preveía síntoma inequívoco de haberse ganado a alguien para la causa) dejamos de decir la verdad, o la ocultamos (la ocultamos sin complejos, pero la ocultamos), lo que hemos hecho ha sido un pan con unas tortas, y, en realidad, no hemos convencido a nadie de nada, sino que simplemente le hemos dicho a alguien lo que quiere oír. No es nuestro interlocutor el que comparte nuestros puntos de vista, sino que somos nosotros los que nos prestamos a compartir los puntos de vista del interlocutor para ganarnos su aprobación.

Dicho de otra manera: Hemos conseguido estar en el mismo terreno que aquellos a los que queríamos convencer, pero no porque nos los hayamos traído al nuestro, sino porque son ellos los que (con sus críticas y sus insinuaciones de que si fuésemos más agradables a su oído, nos iría mejor) nos han llevado al suyo.

Y, para colmo, nos creemos muy listos.

Algo así como si, en un partido de fútbol, un delantero marcase tres o cuatro goles y creyese que las patadas que le sueltan los contrarios son signo de que algo ha hecho mal. Y, entonces, procediese a meterse un gol tras otro en propia meta; y, ante el gesto de extrañeza de sus compañeros de equipo (y las palmaditas cariñosas de los contrarios), dijese: "No os preocupéis, que es para despistar. Unos cuantos goles más en propia meta y los tendremos donde queríamos".

Eso, por supuesto, suponiendo que la "estrategia" por antonomasia (la de convertirte tú ya que no has conseguido convertir al enemigo) no sea producto de una ignorancia bienintencionada, sino de una voluntad premeditada de agarrar el timón de la nave para estrellarla contra los arrecifes (mientras el enemigo nos aplaude desde lo alto del acantilado, eso sí).

Porque, además, los listos que echan mano de estos inventos más viejos que Matusalén y más vistos que los chistes de Arévalo, dan por sentado que el enemigo es, literalmente, gilipó y tontolcú, y que le vamos a tomar el pelo sin problema alguno. Cuando lo cierto es que el enemigo, al ver acercarse dócilmente al que poco antes le cantaba las cuarenta, probablemente piensa dos cosas:

1- Te he ganado la partida y ya no eres peligroso.

2- ¡Pero qué cutre eres, tío!. Además de facha, cobarde.

Eso por no recordar lo fácil que resulta apalear a un perro manso y mudo, que ante todo busca una mano que lo acaricie (y a cualquier precio). O lo fácil que es colarse en la casa del vecino y llevarse hasta el cepillo de dientes, cuando el perro del vecino, más interesado en nuestra sonrisa que en defender la casa, no dice "esta boca es mía" (por no resultar desagradable).

Luego, claro, hay que ver cómo nos apalean estos malvados. Y tampoco se entiende que la gente siga con el rollo del voto cautivo. Pero la verdad a cualquier precio y la valentía las dejamos para los de Hornimans Hornimabit, que esos sí que les cantan las cuarenta (y bien cantadas) al señor arzobispo de la Marca Hispánica. Que se partan ellos la cara mientras nosotros, siempre pendientes de complacer al señor obispo (al nuestro) y elogiar a sus protegées, decimos "Yo también soy Hornimans Hornimabit".

Que nosotros, ante todo, somos estrategas.

Cortinas de humo buenistas (VII): "No hay que juzgar"

Lo explicaré muy brevemente, y sólo con una pregunta:

¿Cuánta gente conocen ustedes que, al ser elogiada (o ser elogiados aquéllos a los que esa persona elogia), responde enfadada diciendo "¡No me juzgues!" o "¡No hay que juzgar!"?.

Porque un elogio es un juicio, exactamente igual que una crítica.

Pues eso.

miércoles, 20 de octubre de 2010

La veleta.

Hace un mes: Intereconomía mala.

Hace un mes (pero unas horas después): Intereconomía buena.

Hoy: Intereconomía mala.

La semana que viene: No se sabe. Dependerá de si hay bofetón o palmadita derechoide en la espalda.

Eso sí, nótese que los hipócritas son, siempre, los demás. Pero ya se sabe que "hipocresía" es lo que hacen otros y "hábil estrategia", lo que hago yo.

Lo cierto es que Intereconomía es la misma hoy que el mes pasado (y el mes que viene, por si la veleta vuelve a apuntar en otra dirección del horizonte). Es la misma cadena, con la misma línea editorial y los mismos periodistas -y los mismos objetivos y fines- cuando te dan un premio, cuando te lo quitan, cuando te invitan a cenar para luego sentarte en la mesa de la cocina a comer las sobras y cuando te cierran la puerta en las narices.

Los que cambian son los que están dispuestos a alabar y criticar la misma conducta, a la misma empresa y a las mismas personas, según les convenga. Y los que (a semejanza de esa derecha a la que tanto intentan parecerse) ya no parecen distinguir entre lo que está bien y lo que está mal, sino entre los que les viene bien y lo que les viene mal.

Pero son los resultados (fácilmente predecibles, por otra parte, por cualquiera con un mínimo de sentido común) invariablemente cosechados por todos aquéllos que, a la hora de actuar, sólo acaban teniendo un principio innegociable (que es el que determina, al final, sus alabanzas, críticas y, sobre todo, sus silencios interesados): la visibilidad a toda costa.

Quien no les conozca, que les compre.

PS: Al final, ni honra, ni barcos. Tal y como siempre les ocurre a aquéllos que intentan disfrazar su miedo al poderoso con la palabra "estrategia".

Cromatografía de género.

Me he acordado de esta imagen desde que leí, hace ya algunas semanas en el blog de Gonzalo, un artículo sobre la, al parecer, distinta capacidad que parecen tener hombres y mujeres a la hora de bautizar las más mínimas variaciones en los tonos de color. Una capacidad que (no creo tampoco revelar ningún secreto) parece mucho más desarrollada en las féminas que en los varones.

El caso es que he conseguido localizar este explicativo y revelador diagrama en el blog del Padre John Zuhldorf:

A un lado (su izquierdo) pueden ver el mundo de los nombres de los colores tal y como parecen percibirlo la mayoría de las féminas. Como puede comprobarse, pequeñas variaciones en la longitud de onda de la luz producen, en el cerebro femenino, cambios sustanciales en la denominación del color en cuestión. Como pueden comprobar, asimismo, en el lado derecho de la imagen, se necesitan alteraciones mucho mayores en la longitud de onda de la luz para provocar cambios similares en los varones, en lo que a la denominación cromática se refiere.

Por su interés, y en caso de que no entiendan el idioma hablado por David Beckham en sus ruedas de prensa, procedo a traducir la columna que refleja la visión femenina del asunto, tal y como vienen ordenadas las denominaciones del color, de arriba hacia abajo, respectivamente.

Marrasquino, pimentón, granate, ciruela, berenjena, uva, orquídea, lavanda, clavel, fresa, chicle, magenta, salmón, mandarina, melón, plátano, limón, resina, lima, primavera, trébol, helecho, musgo, flora, espuma de mar, rociado de mar, cerceta, cielo, turquesa.

En cambio, los varones, al parecer atrapados en un mundo de igual variedad cromática, pero de mucha mayor monotonía nominal, distinguen simplemente los siguientes colores, cuyos nombres procedo a traducir:

Rojo, morado, rosa, naranja, amarillo, verde y azul.

La visión masculina de los nombres de los colores, por otra parte, es la que se enseña en los centros escolares, como habrán podido deducir a estas alturas. Una visión intolerablemente arcaica y machista que, no dudamos, será corregida más pronto que tarde, por el Ministerio de Miembrillas (probablemente acompañado del inevitable y ya habitual trámite del recurso de la ley en cuestión ante el Tribunal Constitucional).

Porque está claro que saber que el Guadalquivir desemboca en Sanlúcar de Barrameda no sirve para nada, pero a ver quién es el guapo capaz de afrontar los retos de la vida del hombre moderno (entre ellos, leer, apreciar y entender como es debido los reportajes del "Hola") si no se es capaz de distinguir entre el "espuma de mar" y el "rociado de mar", o entre el "trébol" y el "helecho".

PS: La cerceta, por cierto, es un pato.

jueves, 14 de octubre de 2010

Ceremonia de investidura.

De un tiempo a esta parte, los políticos aprovechan las llamadas "celebraciones institucionales" para, delante de las cámaras, realizar esa per-versión postmoderna del noble arte dramático conocida como "teatro en la calle".

[Inciso: Observen, queridos jóvenes ejecutores de "performances" - en román paladino, "chorradas"- cómo no es imprescindible, ni siquiera necesario, para esta modalidad de vivir del cuento, ese aspecto estudiadamente zarrapastroso que se gastan. Pueden proceder a ducharse y afeitarse - sí, señorita, las axilas también- sin miedo alguno a disminuir sus posibilidades -las que fueren- de recibir dinero por hacer el vago. Créanme: oler peor que el saco de garrapatas que les acompaña -el perro, quiero decir- no garantiza salir en "El Cultural" de El Mundo ni publicaciones similares].

Así, sea la Pascua militar, o la fiesta de la Hispanidad, o el día de la constitución, la prensa no pierde la oportunidad de dedicar artículos, crónicas y páginas a los corrillos o conciliábulos (informales y espontáneos, claro está) que se forman como quien no quiere la cosa (y ya saben lo que les espera a las ovejas cuando hay reunión de pastores).

En el desfile militar que tuvo lugar en Madrid anteayer, las cámaras captaron una presuntamente acalorada supuesta discusión entre el alcalde de Madrid y el presidente del gobierno (quienes, imaginamos, se emplearon a fondo en la misma, dado que uno de los inconvenientes del teatro callejero es que no permite repetir la toma las veces que sea necesario).

Una discusión cuyo origen estaría en la disparatada ocurrencia -a la fuerza, ahorcan- del gobiernodespaña de impedir que los ayuntamientos más endeudados de España (Madrid y Valencia, para entendernos) endeuden aún más a sus ya asfixiados residentes. Ayuntamientos que no están gobernados por los despilfarradores socialistas, sino por los austeros y sabios -en lo que a economía se refiere- políticos peperos (y teniendo en cuenta que, tanto en Madrid como en Valencia, el astronómico aumento del déficit municipal ha sido castigado con mayorías absolutas cada vez mayores, se puede hacer uno una idea aproximada del buen criterio con el que hablan los votantes peperos que repiten incesantemente el conocido soniquete "con el PP mejora la economía").

José Luis Rodríguez Zapatero es, para empezar, el mayor (yo diría que el único) activo electoral del PP de cara a cualquier "fiesta de la democracia" que se convoque. De un tiempo a esta parte, no hay político pepero que no resuma su campaña en una idea: "Votarme servirá para echar a Zapatero" ("y lo demás da igual, que como Zapatero es muy malo, todo está permitido -incluso portarnos peor que Zapatero; claro que, si Zapatero es el malo, y nosotros nos portamos aún peor, ¿de dónde hemos sacado esa idea de que los buenos somos nosotros?").

Pero José Luis Rodríguez Zapatero no sólo es el mayor activo electoral del PP. Es, para la derecha española su gran referente ético y moral; el alfa y el omega que dirige sus juicios y pensamientos. El presidente del gobierno es, hoy, el dueño, amo y señor de las opiniones y conciencias de millones de españoles de derechas, cuyas voluntades maneja a su antojo con la facilidad con la que se manejan las de los niños de cuatro años: pidiéndoles que no hagan lo que uno quiere que hagan.

Porque, en España, a día de hoy, es Zapatero el que, para la derecha, define lo bueno y lo malo, lo tolerable y lo intolerable, lo acertado y lo equivocado. Hable usted mal de Zapatero -o fastídiele de una u otra manera- y todos sus pecados quedan automáticamente perdonados (pregúntenle a Rosa Díez o a Tomás Gómez, si no me creen). Y, a la inversa: niéguese usted a convertir al actor secundario que duerme en la Moncloa en director y productor único de esta película de terror llamada "la España del Siglo XXI", y ya puede ser usted un santo, un héroe, o las dos cosas juntas, que para la derecha usted será simplemente un infame que le hace el juego a los socialistas.

Por eso, cada vez que un espabilado, o grupo de espabilados, necesita promocionarse ante la llamada derecha sociológica, no necesita más que ser ungido por Zapatero con los óleos de su supuesta persecución o disgusto. Algo a lo que el presidente del gobierno (que de malo tendrá mucho, pero de tonto tiene bastante menos) se presta con todo el placer del mundo cuando así lo aconseja la jugada.

Así, un conocido grupo de medios de comunicación recibió la unción monclovita con una multa de 100.000 klingons (a pagar, por lo que se ha visto, en billetes de monopoly, o mejor aún: en dólares de Zimbabwe). La conocida asociación de pedigüeños compulsivos "Dame Argo" -esa que amenaza, con más o menos sutileza, con yunquerellarse contra cualquiera que les lleve la contraria- ha recibido, asimismo, la bendición zapaterina en forma de veto de dos días de duración a una cuenta de una red social que, de todas maneras, nunca había sido otra cosa que un criadero de telarañas virtuales, ya que era usada de higos a brevas (si la Moncloa hubiese querido fastidiarles a base de bien y no tanto promocionarles, las cuentas bloqueadas no habrían sido las de las redes sociales, sino las corrientes).

Y, ahora, el alcalde de Madrid (perpetuo papabile centrorreformista) con una foto a la que sólo le falta la fumata blanca y en la que, quizás, ambos protagonistas discutían sobre qué simbología debe acompañar al obelisco de la Plaza de Castilla, intenta redimirse ante la derecha lo suficiente como para ser votado de nuevo el año que viene y, quien sabe si al siguiente, exhibiendo sus nuevas credenciales de "Gran Enemigo de Zapatero".

Unas credenciales que aseguran, al poseedor/portador de las mismas, la fidelidad y la admiración incondicionales de una decena larga de millones de españoles. Credenciales, además, que el presidente del gobierno expide, de un tiempo a esta parte, como rosquillas, cual Pulgarcito marcando con piedrecitas el camino al bosque: no vean esta cadena de televisión, no sigan las directrices de esta plataforma y, en el 2012, "Gallardón No, que discutió conmigo" (y ya se sabe que lo que hay que hacer es justo lo contrario de lo que nos indica Zapatero, así que...).

Y es que éste, a diferencia de otro, sí que lo va a dejar todo atado y bien atado.

PS: Terzio habla sobre este progresivo, autocomplaciente y autojustificado embrutecimiento de la derecha sociológica española aquí.

PSS: Y, ya que hablamos del alcalde de Madrid, no me nieguen que su caso es todo un alegato contra la conveniencia de que la soberanía resida en la voluntad popular expresada a través del sufragio universal: los que le odian, le votan -y le votarán- fielmente. Los que le adoran, no le votarán en la vida.

Víctimas del infanticidio (actualizado)

La maldad humana (al contrario que el Universo, como afirmó haber descubierto Albert Einstein) no parece conocer límites. En Argentina ya se ha propuesto la despenalización del infanticidio. Se soluciona así la incoherencia de despenalizar el asesinato del hijo cuando tiene cordón umbilical y castigarlo cuando ya no lo tiene.

Se escuchan, como es lógico, las opiniones de los que se sienten horrorizados ante tamaña maldad, con la que se pretende facilitar a las madres que, al igual que sucede con el aborto, puedan encargarse ellas mismas del holocausto contemporáneo (que eso de recurrir a soldados que lleven a las víctimas al matadero a punta de pistola o de fusil es muy poco sutil y ya no se lleva).

Sin embargo, y teniendo en cuenta lo que ha sucedido con el aborto (que es lo mismo que el infanticidio, con la única diferencia de que el inocente asesinado tiene cordón umbilical) a lo largo de estos años, no sería de extrañar que, tras un tiempecito de rotundas y aconfesionales muestras de indignación, muchos de los que hoy protestan empiecen a sugerir ideas tales como que "en todo infanticidio hay dos víctimas: la mujer que estrangula a su hijo y el hijo estrangulado", o que "la mujer que estrangula a su hijo recién nacido no debe ser castigada, sino ayudada", o que "las mujeres se ven empujadas a asesinar a sus hijos recien nacidos por una sociedad insolidaria" (argumento este último que, seguramente se oirá incluso en las homilías de algún obispo pelagiano).

No me extrañaría ver asociaciones "provida" que afirmasen que es utópico volver a prohibir el infanticidio, y que lo que hay que hacer es centrarse en ayudar a las mujeres embarazadas para que ninguna tenga que estrangular a su hijo. O asociaciones que pedirán donativos o subvenciones para ayudar con el tratamiento psicológico de las mujeres que sufran remordimientos de conciencia por haber tirado a su hijo al cubo de la basura (con la bolsa cerrada).

Surgirán, por supuesto, estadísticas (provida, claro está) que "demostrarán" que casi todas las mujeres que matan a sus hijos recién nacidos lo hacen obligadas por las circunstancias o las personas que las rodean. Estadísticas que, casualmente, serán facilitadas por las mismas asociaciones que aspiran a vivir del dinero ajeno merced al muy socialdemócrata método de fabricar víctimas inexistentes y luego acudir prestos a salvarlas.

Y, lógicamente, tampoco faltarán (serán la regla, no la excepción) los que, proclamándose provida, digan que, bajo ningun concepto, una mujer que asesina a su hijo recién nacido, debe ir a la cárcel. Eso sí, si usted fuese un hombre e - Dios no lo quiera- intentase perpetrar semejante barbaridad, verá como ningún provida le llama "víctima" ni pide subvenciones para pagarle la psicoterapia (en ese caso, los provida recuperarán el sentido común en un periquete).

Ideas y ocurrencias, todas ellas, que, imagino, si son tan buenas (a la vista está) para defender la vida de los nascituri, deben ser extraordinaria e igualmente efectivas para defender la vida de los inocentes ya nacidos, por lo que sería un gran error no utilizarlas. Sería absurdo considerar una víctima a la mujer que mata a su hijo el día antes del parto y, en cambio, considerarla como una asesina si lo mata veinticuatro horas después.

Resumiendo: no pasará mucho tiempo, si nada lo remedia, antes de que veamos a la gran mayoría de los que se creen provida repitiendo los mismos argumentos que ahora se esgrimen para despenalizar el infanticidio; exactamente igual que hoy en día, en España, los provida están utilizando los mismos razonamientos que, en su día, sirvieron de excusa para despenalizar el aborto.

Y a lo mejor no falta mucho para que algún obispo, incluso, diga que no quiere ver en la cárcel a ninguna mujer que haya asesinado a su propio hijo. Que ya se sabe que la verdad -al contrario que la democracia- se propone, pero no se impone.

Y sé que esto ocurrirá, entre otras cosas, porque ya está ocurriendo.

Actualización: Fray Fanatic analiza la ley que despenaliza el aborto en Argentina, así como algunas repercusiones que podría tener (ya saben: primero fueron a por el recién nacido, pero yo ya estaba crecidito del todo, así que no hice nada...).

martes, 12 de octubre de 2010

Laiccionario (VI).


Robar:
Lo mismo que pedir una subvención, pero sin utilizar al Estado como intermediario.

Pedir una subvención: Lo que hace la gente que es vaga hasta para robar.

Ladrón: Receptor de subvenciones chapado a la antigua. Esto es, que opera de forma autónoma y sin la debida homologación por parte de las autoridades competentes en la materia. Sus armas suelen ser blancas y/o de fuego.

Receptor de subvenciones: Versión moderna y democrática del robaperas de toda la vida, que opera con licencia en vigor concedida por las autoridades competentes en la materia. Suele ir armado con un bolígrafo y un formulario facilitado por la administración pública.

Idea tomada del blog Iowahawkblog.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Traduhsión simurtánea

Don Carlos Salvador Armendáriz es diputado. Pertenece a UPN, el partido que gobierna la Comunidad Foral de Navarra. Y, en su momento, le formuló a la ministra de Igualdad, la pregunta que, por ejemplo, nunca le ha formulado a su compañera de partido, la consejera de Sanidad de Navarra, doña Maribel Kutz. La pregunta reza así:

"Si la acción de abortar comporta la eliminación de una vida humana, única e irrepetible, ¿en qué ética basa su argumentación, para aceptar como un derecho de la mujer, el mayor maltrato que se puede hacer a una vida humana, como es su eliminación?".

Lo cual, traducido del centrorreformista al román paladino, significa lo siguiente:

"Si abortar consiste en asesinar a un niño, ¿en qué ética basa usted su argumentación, para aceptar que los asesinatos de niños que mi partido financia en Navarra desde hace décadas son un derecho de la mujer?".

Lógicamente, doña Bibiana, fiel a su creencia de que el hijo de un hombre y una mujer no es un ser humano hasta que a la madre le da la gana que lo sea, contesta:

"El Gobierno no puede compartir la afirmación de que la interrupción del embarazo sea la eliminación de la vida de un ser humano".

Ojo: no dice que no lo comparta; dice que "no lo puede compartir".

Lo cual, traducido del progre al román paladino, significa lo siguiente:

"Mira, shaval: mi partido finansia abortoh iguá quer tuyo. ¡Ejem!. Pero yo, al contrario que tú y tus amiguetes, no voy a ser tan falsa como para afirmar, insinuar o reconocer que un aborto provocado es un asesinato mientras mi partido hace lo que hace. Yo soy abortista. Tú, además de abortista, eres un hipócrita, y encima te crees mejor que yo".

Y, ahora, díganme ustedes cuál de estos dos personajes es más repulsivo. Y díganme si realmente creen que es la malvada sinceridad de la ministra la peor trampa de semejante diálogo de besugos.

O respondan a esta pregunta: ¿Qué es más peligroso y más letal? ¿Un frasco de veneno cuya etiqueta dice "Veneno" o un frasco de veneno cuya etiqueta pone "Agua del Carmen"?.

PS: Y, para los que llevan casi dos años indignadísimos, no tanto por el aborto libre, como por la etiqueta jurídica que se le otorgue, recordemos que la ley Aído no dice, en ninguna parte, que el aborto sea un "derecho".

viernes, 1 de octubre de 2010

Hazte PiPi.

Blas Piñar Pinedo y yo tenemos, para empezar, una cosa en común: ninguno de los dos ha ganado nunca ningún concurso en Intereconomía.

Así que, estimulado por tan oportuna coincidencia, suelo entrar en su blog con cierta asiduidad para seguir atentamente -mediante la lectura de algunos de sus artículos- la metamorfos¡s que viene sufriendo (o disfrutando, según el punto de vista de cada uno) Alternativa Española.

Una metamorfosis cuyos síntomas llegaron ayer, por rebosamiento, al punto de gota que colma el vaso, en un acto convocado, en principio, para homenajear a la velocidad (en este caso, diplomáticos españoles que salvaron de una muerte segura a decenas de miles de personas durante la II Guerra Mundial) y en el que se acabaron lanzando vivas al tocino (léase, por paradójica que parezca la analogía, "el estado de Israel").

Un acto que, como síntoma de un proceso más profundo, insidioso y duradero (me temo) fue muy bien explicado y glosado por Fray Fanatic y que yo resumiría así: Se convoca un acto para homeajear a un irlandés (por ejemplo) que, hace 60 años, salvó a cinco niños españoles de morir ahogados en un pantano, y se presenta la heroicidad del irlandés como un motivo para defender y lanzar vivas a la constitución del 78 y la España de las autonomías.

El caso es que, volviendo al hilo principal del tema que nos ocupa, leí ayer un artículo en el blog de don Blas Piñar (Pinedo, obviamente), contagiado por el virus de la lugarcomunitis y la bacteria de la estrategiosis, en el que se exhibían una lista de 6 puntos 6, cuyo parecido al otrora repetido resumen del programa político de AES (Vida, Familia, raíces cristianas y unidad de España) es incluso menor que el que tienen entre sí un huevo y una castaña.

Orisson lo explica y lo diseca muy bien en su blog, mostrando que, aunque poner el carro delante de los caballos (como gustan de hacer los liberales), a primera vista, se parezca bastante a poner los caballos delante del carro (al fin y al cabo, sigue habiendo solípedos y vehículo), el orden de los factores altera el producto de forma sustancial.

El caso es que, leyendo el artículo de marras y los comentarios (entre ellos, muchos de peperos diciendo que esos 6 puntos ya los defendía, o los defenderá cuando gane las elecciones -¿les suena?-, el PP), consideré oportuno también comentarle mis impresiones (que fueron las siguientes) al subcampeón del concurso "El Candidato":

"Si me permite, voy a resumir brevemente, y en unas cuantas pinceladas, las impresiones que he sacado de este artículo y los comentarios:

1- Zparito, Jaime, Pepe y alguien más le vienen a decir algo que podría resumirse en muy pocas palabras: La gente siempre prefiere el original a la copia. Y no tenga la más mínima duda que los habilidosos de la política podrán constatarlo en breve. [Nota: Los mencionados decían que eso ya lo recogía el programa del PP].

2- Su respuesta a Hespérides, y el comentario de éste, también me parecen muy clarificadores. Si quiere entenderle, no tiene más que escuchar unos cuantos programas (al azar, si quiere) de La Quinta Columna (imagino que conoce la web, así que no pondré el enlace), y comparar las ideas que se exponían entonces con las que expone usted ahora.

3- Creo que debería llamarle la atención (a usted, pero no sólo a usted) que, por lo que se puede leer en los comentarios a este artículo, tanto votantes del PP como votantes de AES (todos sabemos que se refiere usted a este partido) perciben a la "nueva AES" como una copia pasada a limpio del PP. Y debería llamarle la atención (a usted, pero no sólo a usted) que no gusta ni convence ni a unos ni a otros (ya sabe: lo de "ojalá fueras frío o caliente, pero como eres tibio, etc, etc."). Tampoco tengo la más mínima duda que los habilidosos de la política lo podrán constatar muy pronto."

El comentario fue censurado a los pocos minutos de ser enviado. Quizás los 6 puntos que expone don Blas y que, a su juicio, deben unir a una derecha sensata, deberían ser corregidos y ampliados a 7 (siendo el séptimo la censura y el borrado de las opiniones incómodas tras invocar repetidamente a la libertad). O quizás es que el ex-diputado catalán del PP, don Julio Ariza, estaba demasiado ocupado en esta ocasión como para intervenir directamente en el blog y señalar con su dedo, cual suprema deidad del universo estratégico-malminorista, como correctas, las ideas expuestas por don Blas, y no las mías; y así, no hubo más remedio que tirar por la calle de enmedio (el centro, siempre el centro) y borrar lo escrito.

La metamorfosis de AES, como todas las metamorfosis similares (el abuelo de don Blas Piñar Pinedo podría hablar largo y tendido sobre las que vio y contempló a su alrededor a lo largo de los años), imagino, se intentará explicar y justificar con alusiones a hermenéuticas de continuidad (con mucha hermenéutica y ninguna continuidad, como suele suceder en estos casos) y con variaciones de la conocida expresión "Negro = [Blanco, pero dicho de otra manera]".

Pero, como ya digo, lo de AES y su metamorfosis, lo dejaremos para otro día.
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