miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sin pecado concebida, pero por lo civil.

Ya se les ve venir, como siempre. ¡Qué malo es Zapatero, y qué malo es Pepiño, y qué malo es Rubalcaba!. Pues no te digo, que se han puesto a hacer decretos anticonstitucionales, los tíos sinvergüenzas. Y no, no es que eso les disguste a nuestros queridos cronistas de la actualidad, que para eso escriben sus artículos mientras viajan en avión y piden su almohada y su mantita, como han leído que hacen los periodistas guays que viven en Manhattan y en San Francisco, para que la ciudadanía aerotransportada de un aerorredil a otro vea lo importantes que son, pero es que algo malo había que decir de este gobierno.

Exactamente, sí, el mismo gobierno del que decimos un día sí y otro también que miente más que habla, pero cuyo guión hemos repetido fiel y democráticamente en esta ocasión; que ya se sabe que, cuando de pilotos y controladores aéreos se trata, se produce el milagro por lo civil (ríase usted de lo de Empel) y hasta Rubalcaba y Pepiño se convierten en portadores de la luz y la verdad.

Y se les ve venir porque dicen que lo que ha hecho el gobierno está muy mal, que sí, que el niño se había ganado un buen bofetón, pero no semejante tunda, que empieza uno a caer en la cuenta de la posibilidad de que los matones le hayan cogido gusto al asunto, y luego nos toque a nosotros. Pero, mireusté, nada tienen que objetar a que la niña de Rajoy ya haya dicho que, lo que quiera el gobierno y cuando quiera el gobierno y que Pedro Logia haya empezado con su pedagógica labor de masas, preparándonos el cuerpo para lo que ha de venir.

Y, ahora, se dedican a lo mismo, a lo único que saben hacer (será porque leen el Marca y ven Teledeporte en compañía de Mariano): a despejar al patadón, a eximirla de toda culpa, a recordarnos que la Nicolasa es virgen e inmaculada y está libre de todo pecado, porque, en España, cada vez que alguien hace alguna barrabasada, es porque hace cosas inconstitucionales (los fachas y los carcas, en cambio, hacen y dicen cosas preconstitucionales, que es aún peor). Hasta los cigarrillos que se fumaron Mas y Zapatero mientras pergeñaban el constitucional (ya lo dijeron los que lo tenían que decir) Estatuto de Cataluña debieron ser anticonstitucionales, mirusté.

Los españoles que no mezclan nada, salvo en la discoteca y en el bar, la adoptaron hace tiempo cual sustituta de la Patrona de la Infantería, creyendo que iba a alumbrar el sistema redentor, y aún siguen, en sus cabezas, explicándolo todo según los arquetipos del violencio y la génera, diciendo que papá Estado es muy malo y nos maltrata mucho, pero que mamá Constitución no tiene culpa de nada, cuando resulta que mamá Constitución no es de las que intercede por sus hijos ni le pisa la cabeza a la serpiente mientras ésta le muerde el calcañar, sino que, como buena miembra de su tiempo, se dedica a mirar siempre para otro lado, es de las que no se nota, no se mueve y no traspasa, y se pasa el día preguntándose a qué huelen las nubes.

Y aun ahora, cuando es evidente, después de todos estos años, que a la Nicolasa se le ha pasado el arroz definitivamente, todavía se oye los quejidos de los bobalicones que nos dicen que no perdamos la esperanza, que seguro que, algún siglo de éstos, dará a luz a nuestra salvación, porque ya se sabe que lo único que hay que hacer es creer en uno mismo y desearlo con todas tus fuerzas (que nosotros lo valemos). Y, todo eso, a pesar de que la innegable realidad es que lo único que hemos tenido durante más de tres décadas, son dolores de parto y entuertos sin fin.

Seguirán rezando e implorando protección a los ídolos de barro que ellos mismos han erigido y no caerán en la cuenta hasta que les llegue su turno. Un turno que saben inevitable, y que intentan retrasar sine die haciendo lo único que saben hacer: la pelota.

1 comentario:

Anónimo dijo...

reírse de las pruebas de la vida és como no creer en ella puesto que sólo la vida las pone no nadie más nadie puede tampoco poner pruebas al destino

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