lunes, 6 de febrero de 2012

¡Que vienen los rojos! (V)

Este fin de semana, millones de personas que callaron cuando el actual gobierno anunció su intención de suprimir varias fiestas religiosas, sustituyéndolas por el lunes más próximo, han procedido a gritar con mucha laicidad positiva y a hacer los correspondientes aspavientos porque Alfredo Pérez Rubalcaba, nuevo secretario general del PSOE, anunció, en el Congreso de este partido que tuvo lugar este fin de semana, que, en el caso de gobernar (que nunca gobernará), quizás, puede, no se sabe, ya se verá, podría llegar a darse el caso, es una posibilidad, revisaría los acuerdos con la Santa Sede.

Don Alfredo y Don Mariano saben, perfectamente, que bomberos somos, y en el incendio nos encontraremos. Bomberos pirómanos, pero bomberos al fin y al cabo. Y, entre bomberos, si hay algo de mal gusto, es pisarse la manguera. Por eso, al partido que actualmente gobierna, nunca le ha faltado, ni le faltará, una mano. Una mano socialista que, en primer lugar, desvíe la atención de sus actuaciones; y, en segundo lugar, hable del PP como si fuese un partido provida, y hasta fiel a la doctrina social de la Iglesia.

Y es que, ya puestos, nos han dado hasta la excusa para justificar todo lo que va a hacer (y lo que no va a hacer, también) el PP durante esta legislatura (y las que hagan falta): El PP venía cargadito de juguetes, regalos y buenísimas intenciones, pero es que, claro, los socialistas se pusieron tan burros y amenazaron con liar una tan gorda, tan gorda, tan gorda, que, para evitar otra guerra civil, el PP no tendrá más remedio que hacer lo que todos los que no le votamos ya sabíamos que iba a hacer (porque, entre otras cosas, es lo que siempre ha hecho).

Y es la historia de siempre: hace pocos meses, cuando centenares de miles de personas se echaron a la calle en toda España, la semana anterior a las elecciones autonómicas y municipales de Mayo, no faltaron los que anunciaban (medios de comunicación peperos incluidos), que estábamos ante los prolegómenos de una revolución socialcomunista (como gustan de decir en algún medio), con intención de impedir la llegada al poder del PP.

La realidad, como ya resaltamos aquí, es que, no sólo el PP obtuvo en Mayo y en Noviembre los mejores resultados de su historia en unas elecciones municipales-autonómicas y en unas generales (respectivamente), sino que, si algo parecido ha habido en España a una "revolución socialcomunista", no ha sido otra cosa que las medidas adoptadas por el actual gobierno en su primer consejo de ministros: Legalización de la censura en internet (con los "derechos de autor" como excusa), y, merced a las subidas de impuestos y las bajadas de salarios (y aún queda la "reforma laboral"), la mayor aproximación nunca vista del nivel de vida de los españoles al de los habitantes de la extinta Unión Soviética.

Y aún recuerda uno otro rumor que circuló durante las semanas anteriores a las elecciones generales de Noviembre: que los perversos socialistas planeaban exhumar el cadáver de Francisco Franco y llevarlo no se sabe bien a dónde. Hasta hubo medios que se hicieron eco del asunto. Como todos ustedes saben, los restos de Francisco Franco reposan aún en la Basílica del Valle de los Caídos, pero, oye, nunca está de más otra razón (por imaginaria que sea) que ayude a impulsar a la gente a votar pensando, única y exclusivamente, en echar a los socialistas (no vale lo de "echar a Zapatero", que Zapatero se fue él solito).

Y es que así son los españoles bien informados, y con criterio, que no votan a la izquierda: Si los rojos amagan para nunca dar (les encanta presumir de querer fastidiar a la Iglesia, pero sólo para sacar pecho ante los fans), no paran de gritar que vienen los lobos a comernos a todos con esos dientes laicistas y totalitarios. Pero si los buenos dan, sin previo aviso ni amago ninguno (que siempre son los buenos los que acaban dando), se dejan dar las dentelladas en silencio y sin protestar ni una miaja.

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