viernes, 17 de febrero de 2012

No hay mayor desprecio.

La izquierda siempre ha odiado al cristianismo. Precisamente, porque lo considera una religión. De hecho, la izquierda considera al cristianismo como lo que es: LA religión.

En cambio, para la derecha el cristianismo nunca ha sido una religión siquiera, sino una estrategia de mercadotecnia que ya está de sobra, una vez comprobada la fidelidad incondicional de los borregos. Por eso, la derecha otorga al cristianismo el mismo trato que a los guiñoles franceses: El supremo desprecio de no hacer aprecio. Aun siendo de agradecer que la derecha ya muestre claramente su intención de no hacer publicidad engañosa, borrando la (ahora que ya tienen mayoría absoluta) molesta palabra del envoltorio de su producto.

El berrinche, si tal arranque de sinceridad se consumase (cosa que merecería celebrarse, justo es reconocerlo) se lo llevan los millones que pretenden seguir votando a su partido anticristiano favorito mientras presumen de cristianos. Los mismos millones que dicen que no quieren ver "partidos cristianos" ni en pintura, pero exigen que el cristianismo sea utilizado como disfraz por el partido al que votan. Para ellos, borrar la palabra "cristiano" de los estatutos del PP sería como si el viento, de pronto, se llevase la minúscula hoja de higuera con la que a duras penas intentan cubrirse todavía las vergüenzas.

Pero pueden dar por sentado que el disgusto sería/será momentáneo. Como momentáneos han sido, durante los últimos 30 años, tantos y tantos otros disgustitos de quita y pon cada vez que su partido "humanista cristiano" hacía todas esas cosas que (se suponía) sólo hacía la izquierda anticristiana más radical.

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