Cuando toca dárselas de listos y de enteraos, las gentes (y los políticos) de la izquierda son una panda de borregos ignorantes y analfabetos funcionales que no se saben ni las cinco vocales (y bien que nos reímos a su costa comentándolo). Y su ignorancia y analfabetismo no es, en absoluto, un atenuante (ni mucho menos, un eximente) de su culpa, sino un agravante merecedor, además, de nuestro desprecio. No como las buenas gentes de la derecha (léase "nuestros amigos, conocidos y familiares"), mucho más cultos, leídos e informados.
Sin embargo, cuando conviene, resulta que la gente (y los políticos) de izquierdas son un grupo de maquiavelos inteligentísimos y malvados que se las saben todas. Y los pobrecitos engañados que (¡ay!) no se enteran nunca de nada son las buenas gentes de la derecha. Y, en este caso, la supuesta ignorancia de los cultos, leídos e informados, además de servir de atenuante y/o eximente, ya no se considera merecedora de desprecio y chanza, sino de benevolencia y comprensión infinitas e inagotables.
Eso sí: No hay que generalizar.
SOBRE HOY, 20-N.
Hace 2 días
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