Que sí. No le den más vueltas. ETA se ha acabado (
"Órdenes de arriba"). Sobre todo, porque ya no es necesaria. No hay dinero (ni aquí ni procedente del exterior, que este último ya nos lo hemos fundido jugando al
monopoly) suficiente para mantener este invento denominado "estado de las autonomías" (del que François Miterrand dijo que era excelente para España, pero que -¡ay, qué pena!- no podía aplicarse en Francia por esto y lo otro) y, dado que las comunidades autónomas, quizás en menos tiempo del que pensamos, serán desmanteladas y reducidas al tamaño y competencias de las actuales diputaciones provinciales, la existencia de ETA no tiene ya sentido.
Y es que una de las funciones de ETA (reconocida o no) ha sido la justificación de la desmembración administrativa del estado. La demonización del anterior Jefe del Estado (imprescindible para justificar el latrocinio legal e institucionalizado de estas últimas tres décadas y media) siempre ha llevado adherida, como hermana siamesa, la idea de que los etarras eran un poco bestias, y hasta algo exagerados en sus supuestas ansias de independentismo, pero que "
algo de razón, tenían".
Y ese "algo" en el que los etarras se supone que "llevaban razón" no era otra cosa que la exigencia de conceder cuotas cada vez mayores de "autogobierno" a las regiones españolas, en detrimento del llamado ahora "gobierno central". Un "gobierno central" que (se suponía) sólo velaba por los intereses de la capital del Reino, en perjuicio de
"todo-aquello-que-no-es-Madrid".Y esta exigencia de poner el gobierno de las regiones en manos de caciques más o menos autóctonos, partía, a su vez, de la absurda premisa que afirma que, para saber solucionar un problema que se da en un determinado lugar, tienes que haber nacido y vivido toda la vida en ese mismo lugar (para entendernos: que Wall Street dejaría de provocarnos pulmonías con sus resfriados si todos los agentes de bolsa hubiesen nacido y vivido toda la vida en Manhattan).
Lo cierto es que esta curiosa (y cateta) lógica no se paró con la creación de "diecisiete miniunidades de destino en lo universal" (en genial definición de los Pisitófilos Creditófagos), sino que, dentro de cada autonomía, y en vista de que los supuestos agravios "del centralismo" solían ser recompensados con el dinero del contribuyente, dio origen a otro nuevo "centralismo" del que hacerse víctima: el "centralismo" de la capital autonómica. Ahora ya no teníamos un solo centralismo opresor, sino diecisiete. Málaga y Granada se sentían "oprimidas" por Sevilla. Cuenca y Guadalajara, por Toledo. León, por Valladolid. Y hasta en las autonomías uniprovinciales había "oprimidos" por el "centralismo"(Gijón por Oviedo, por ejemplo).
Y, como ya digo (que me desvío del tema de las capuchas y del vascuence aprendido en academia subvencionada, e ininteligible para el
aitatxo que siempre vivió en su caserío), todo este maremágnum (que facilitó enormemente -al multiplicarla por dieciocho- la colocación y enriquecimiento, a costa del erario público, de familiares, amigos y conocidos con carnet del partido) era la consecuencia de la aplicación, en el mundo real, de las supuestas "razones" que, en tiempos de Franco, sí habrían justificado la existencia (y las actuaciones) de ETA.
De hecho, una de las quejas más frecuentemente expresadas, tanto por los políticos en los medios de comunicación, como por Juanito Español en la calle, era el no entender por qué ETA seguía matando si en España ya teníamos democracia liberal y una descentralización administrativa sin parangón en Europa (y por algo será, repito, que en otros países no quieren saber nada de este invento). Pero eran los crímenes de ETA y sus inacabables y cada vez mayores exigencias de más descentralización administrativa (hasta culminar en la independencia de la llamada "Euskadi", subvencionada por el resto de los españoles), precisamente, lo que hacía parecer razonable, legítimo, y hasta imprescindible, la existencia de las comunidades autónomas ("Imagínate, Paco, lo que pasaría si quitasen las autonomías...saldrían nuevas "etas" por todas partes, y se iba a liar una...").
El fin de ETA (eso sí) vendrá, no con este gobierno,
sino con el que salga de las urnas el 20-N. Me atrevo a pronosticar que será un gobierno presidido por alguien del PP (hay días en que no me atrevo a afirmar que sea Mariano Rajoy) el que haga de
olentzero (esto del independentismo vasco tiene estas ironías: con tal de llevar la contraria al resto de España, se inventan un personaje navideño que trae carbón a los niños que se portan bien). También creo que tiene razón
Fray Fanatic, y el "ERE de ETA" se realizará siguiendo el espíritu empresarial y
emprendedor de los tiempos que corren:
prejubilaciones millonarias con dinero público para los veteranos que ya entraron con contrato fijo, y despido sin indemnización para los jovenzuelos que ya hayan cumplido su contrato basura.
Por eso mismo no deja de tener ironía (la ironía acostumbrada en estos casos) que este fin de semana ya se haya anunciado una manifestación contra el actual gobierno (
la acostumbrada manifestación contra el gobierno socialista poco antes de las elecciones, dicho sea de paso), teniendo en cuenta que no será este gobierno, sino el próximo, el que reparta los premios: Pero creo que ya nos estamos acostumbrando a que, cuando PP y PSOE perpetran una canallada juntos, siempre surge algún invento autocalificado como "cívico" o "independiente de toda sigla política", que, acompañado de "los peperos buenos", monta jaleo para señalar, como único culpable, al PSOE.
¿O no?.
PS: ¡Y
qué desconsolado que anda don Mariano! No hay más que verle...Sólo le ha faltado
imponerles la gaviota de oro y brillantes a don José Luis y a don Alfredo. Gracias a estos chicos de ETA, evitar la victoria por mayoría absoluta es ahora, mucho más sencillo. Y es que, si ganamos por mayoría absoluta,
¿a quién íbamos a echar la culpa de todo lo que haremos durante la próxima legislatura?.