Últimamente no sigo mucho (casi nada, la verdad) las webs sobre noticias relacionadas con la religión (y digo "la religión" en el sentido más restrictivo imaginable, que ya saben ustedes que "religión" sólo hay una, y lo demás son herejías). Pero, gracias a los fachamigos, carcamigos y demás especies híbridas que pululan por las redes sociales, he podido enterarme que en algún tugurio de Madrid, en una exposición artística subvencionada por el Ayuntamiento de la Villa y la Corte (que para eso abundan los villanos y las cortesanas en la capital del reino) se ha mostrado un montaje fotográfico que, a la liberal manera, representaba a un Cristo con los genitales al aire.
Naturalmente, y como suele ser habitual, las protestas más ruidosas y más oídas han procedido del mismo "sector de la sociedad" (que dirían los cursis) que sigue aupando, en el gobierno del Ayuntamiento (con perdón de la expresión) a los que ahora están y llevan estando desde hace décadas. Que ya se sabe que la conciencia se lava con el detergente de la incoherencia (nombre suavón de la hipocresía de toda la vida), rasgándose la camisa de Ralph Lauren o la blusa de Burberrys ante la constatación de las previsibles y consabidas consecuencias de nuestros actos (sí, no se extrañen: la blusa también. ¿O creían que la gente se gasta 10.000 euros en cirugía estética mamaria para esconder o no aprovechar la más mínima oportunidad de exhibir el resultado?).
El Ayuntamiento ha respondido a "los suyos" (porque lo son, en el sentido más posesivo del término) que muchas gracias por su interés y su "conciencia cívica", pero que las elecciones generales ya fueron hace un par de meses, y para las próximas municipales queda todavía mucho; y que, conociendo a la perfección la prodigiosa memoria de sus votantes (similar a la de una ameba con Alzheimer), dejan la foto estar. Bueno, en realidad no han dicho eso, pero todos sabemos que es lo que piensan. Acertadamente, añado.
Y, en esta ocasión, los aguerridos (aguirreados, en realidad) cambiadores de la sociedad, que por cambio entienden "más de lo mismo de siempre de toda la vida", ni siquiera pueden agarrarse al mito del partido en el que habría buenos y malos.
Porque la alcaldesa de la capital de España es ella, la más bella. No Gallardón, sino la Botella.
Y, como bien saben ustedes, doña Ana, quien comparte afición al bronceado perenne con otras ilustres compañeras y compañeros (no se me esconda, don Eduardo) del partido, es la legítima de uno de los miembros del consejo de administración de las empresas del magnate Rupert Murdoch. Un señor cuyo sueño (aunque él nunca lo reconocerá) inconfesable e inconfesado es -sospechamos- salir en la portada de la revista Men's Health. Hablamos, claro está, de don José María Aznar, quien también fue presidente del gobiernodespaña.
Pero no sólo eso: Doña Ana es bien conocida, como tantos otros compañeros del partido, por haber dejado su ADN impreso, saliva mediante, en los anillos de un sinfín de obispos y cardenales. En público, claro, que es como siempre les ha gustado a los fariseos hacerlo todo. Son esos gestos que tan nerviosos ponen a los fans de doña Ana -y del partideo- cuando los realizan (pongamos por caso) don Francisco Vázquez o don José Bono, que son dos señores que todavía no se han enterado que hay cosas que sólo se pueden hacer si uno tiene carnet del PP (que es la versión laica, democrática y liberal de las indulgencias plenarias).
Y don José María, que es algo así como la versión (per-versión, más bien) centrorreformista de Viriato, Isabel la Católica y Santiago Matamoros juntos y revueltos, ha sido bien conocido también por, entre otras cosas, sus insistentes alusiones a un conceto denominado "Humanismo Cristiano", pujando incluso por su inclusión en la llamada "Constitución Europea" (un documento demasiado claro y sincero, a fuer de malvado, como para incluir tan contradictorias y confusas expresiones).
Porque, como bien podemos comprobar, a tenor del ejemplo que nos da ahora la señora alcaldesa de la capital de España, que no hace otra cosa sino lo que hacen sus compañeros de partido por toda la geografía española, el llamado "humanismo cristiano" no sólo tiene bien poco de cristiano (ya que nadie, en su sano juicio, identificaría con el cristianismo una imagen de Cristo con los genitales expuestos), sino que, al faltar de este modo al respeto al Creador, bien poco tiene de humano.
Que al final, y es uno de los signos de los orwellianos tiempos que nos toca vivir, humanismo resulta a "ser humano" lo mismo que liberalismo a "libertad", o socialismo a "sociedad": una palabra que suena parecida y que sirve, primero de sucedáneo, y luego, de enterrador.
SOBRE HOY, 20-N.
Hace 6 días
3 comentarios:
...y los "Pacos Clavel" con sotana se dejan querer. Saben, astutamente, posicionarse donde les conviene, pasando por alto, mirando para otro lado, haciendo caso omiso, de flatulencias como la de la estampa del Teatro Español.
Tienes que administrarte mejor.
Dos entradones en el mismo día no es justo.
:-)
Pues nada, a ampliar el aforismo: «Humano es a humanista, lo que social a socialista, lo que cartera a carterista».
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