jueves, 29 de octubre de 2009

Polvos y lodos.

Las noticias de este tipo empiezan a ser aterradoramente rutinarias: En Villalba, nueve menores se han dedicado a meterle mano a una compañera en un autobús escolar que los llevaba a una competición deportiva en la que iban a tomar parte.

La obviedad de que las semillas sembradas por Rubalcaba y compañía hace ahora 20 años (si no recuerdo mal) bajo las siglas LOGSE están empezando a dar sus frutos no debe hacernos olvidar otros detalles.

Por ejemplo, cómo las personas nos acostumbramos, casi sin pestañear, a lo que hace no tanto nos parecía inconcebible (estoy seguro que no faltan textos y citas de ultraderechistas que, en su momento, avisaron de la inevitabilidad de sucesos como éste en el régimen de derechos y libertades que nos hemos dado a nosotros mismos).

Por ejemplo, el detalle de que (suponiendo que la versión sea fiel a los hechos) el conductor se dedicó a seguir con lo suyo haciendo como que no se enteraba de nada (¿quién no ha estado en un autobús sin darse ni cuenta de cómo, a su lado, nueve tíos magreaban a una pasajera? Le pasa a todo el mundo todos los días...). Lo reprobable de la actitud del conductor no puede ocultar la realidad de que, de haber parado el autobús y haber hecho lo necesario para defender a la chica, probablemente estaría ahora en una comisaría esperando una pena de prisión preventiva -para empezar- mientras los abusadores eran presentados como víctimas de su brutalidad (quizás, incluso, defendidos por la chica, de la que probablemente eran amigos).

Por ejemplo, cómo no faltarán los que nos recuerden que la democracia no tiene la culpa. La única razón por la que los que tienen a la democracia liberal como único y supremo dogma (y a cuyo servicio supeditan todo lo demás, hasta la vida de los inocentes) repiten como papagayos (y se creen) la frase de Churchill ("la democracia es el peor de los sistemas de gobierno conocidos, una vez descartados todos los demás") es que, para ellos, la democracia nunca tiene la culpa de nada. De lo que ocurrió en la Unión Soviética la culpa la tuvo el comunismo. De lo ocurrido en la Alemania nazi, el partido nazi. De lo ocurrido en Venezuela, la culpa la tiene Chávez. Pero ¡ay! de lo que ocurre en las democracias liberales la culpa la tienen siempre el empedrado y el maestro armero, ex-aequo. Es, ni más ni menos, que la misma racionalización que utilizan los comunistas ("Es que lo de la URSS no era comunismo de verdad", "Es que lo de Corea del Norte no es comunismo"): "Es que la democracia no es esto".

Por ejemplo, cómo no faltarán los que crean que el perro dejará de morder cuando le cambiemos el collar rojo por otro azul celeste, olvidando que el perro guardián de la educación en la Comunidad de Madrid ya tiene el collar azul celeste.

Por ejemplo, cómo quizás los padres de la chica serán plena y dolorosamente conscientes (ahora que lo han sufrido en las carnes de una hija, que es peor incluso que sufrirlo en las propias), de las enormes mentiras (mejor dicho: de la enorme mentira) entre las que han vivido: que si la Constitución esto, que si la rehabilitación de los delincuentes lo otro, que si el "estado de derecho", que si reprimiendo no se consigue nada, que si lo que hay que hacer es convencer, no imponer, que si "los demócratas no somos como ellos", y, en definitiva, que menos mal que, con la democracia todo es maravilloso (porque lo que no sea maravilloso -es decir, todo- no es culpa de la democracia, al fin y al cabo) porque, antes de la democracia, todo era oscuridad y ni siquiera existían los colores ya que, como todo el mundo sabe, en tiempos de Franco los colores (salvo el negro de las sotanas de los curas, el blanco de la vestimenta papal y el gris de los uniformes de la policía) estaban prohibidos.

Por ejemplo, cómo los padres de la chica (si no se habían dado cuenta antes) se darán cuenta ahora del enorme encanallamiento (quizás inconsciente) de "los demócratas" (o sea, de casi todos sus vecinos, amigos y conocidos), unos seres incapaces de reaccionar ante nada que no les ocurra a ellos (como el protagonista del poema de Martin Niemöller atribuido a Bertold Brecht).

Por ejemplo, cómo tampoco faltarán los que califiquen esto de "hecho aislado" (muchos casos de abuso sexual entre menores son muchos hechos aislados, pero que Josué Estébanez matase a Carlos Palomino es la flagrante demostración de que todos los que digan dudar de la absoluta infalibilidad y perfección indiscutible de la democracia española son criminales en potencia), y los que nos dirán que "no representa a la juventud española" (como todo el mundo sabe, los representantes genuinos de la juventud española son Rafa Nadal, Iker Casillas y el príncipe Felipe el día que acudió a clase en la Autónoma de Madrid).

Y, finalmente, cómo los que idearon las causas que han traído consecuencias seguirán proponiendo las mismas causas como remedio con carita indignada e inocente, como si no supieran lo que están haciendo. Y cómo, cuanto más empeoren las cosas, más nos repetirán lo mejor que va todo.

PS: Después de leer la noticia, se me ha ocurrido ponerme una gorra roja con un corazoncito blanco que la Museresa había dejado por ahí olvidada (de cuando era lo suficientemente pronto como para otorgar el beneficio de la duda a según qué cosas). En seguida se me han empezado a pasar por la cabeza unas ideas rarísimas: Que si en todo abuso sexual hay dos víctimas (bueno, en este, diez víctimas: nueve abusadores y una abusada), que si los nueve abusadores se han visto abocados al abuso sexual, que si la culpa es del estado y de una sociedad insolidaria que no ofrece alternativas al abuso sexual, que si lo que hay que hacer es dar ayudas económicas a los abusadores (y a las asociaciones pertinentes, por supuesto), que si a los abusadores -no a la abusada, ojo- hay que ayudarles a través de la Asociación de Víctimas del Abuso Sexual (para aliviar los sufrimientos provocados por el "síndrome post-abusosexual") y no sé qué más barbaridades. Me la he quitado espantado.

8 comentarios:

Eduardo Cabrera dijo...

Chispeante el último párrafo. Aún me río.

Embajador dijo...

Estimado D. Museros:

Permítame una leve y amistosa corrección. No se dice: "el régimen de derechos y libertades que nos hemos dado a nosotros mismos", sino más bien: "el régimen de derechos y libertades que nos hemos dado NOSOTROS a nosotros mismos". Si usted fuera un verdadero demócrata de toda la vida apreciaría la importancia de la reiteración. Sospecho, y no puedo decir que me entristezca, que usted no es un verdadero demócrata de toda la vida.

Saludos cordiales

Embajador

PD. Me apunto a lo que dice Eduardo sobre el último párrafo.

Museros dijo...

Ya estamos repartiendo carnets de demócrata...(o de no-demócrata, que es mejor aún).

Esto me pasa por no saberme correctamente las oraciones laicas del devocionario democrático español...

Embajador dijo...

JAJAJAJAJA

España y yo somos así, señora. Lo de repartir carnets es que es casi connatural.

Anónimo dijo...

Pues alucina vecina. Por que esta tarde en COPE ha hablado el padre de una de las chicas (que fueron 2) y segun lo que ha contado el conductor del autobus es Guardia Civil, y estaba trabajando como conductor bajo cuerda.

Museros dijo...

Si no fuese por lo de los abusos sexuales, los detalles de esta historia le recuerdan a uno alguna película de Berlanga.

refractario dijo...

Yo lo que oí en las noticias de la mañana es que el conductor lo vio todo perfectamente por el espejo retrovisor, pero alegó que no podía hacer nada porque si hubiera parado el autobús en la carretera la Guardia Civil le habría metido un puro. Para mí un cínico y un HdP que debería ser condenado por omisión de socorro.

Tercera Opinión dijo...

Hola, creo que hoy en día tener un hijo no significa ser padre y quizás de ahí surjan muchos de los comportamientos que estamos viendo últimamente. Con respecto al tema del autobús te invito a leer el siguiente artículo:

EL CHOLLO DE SER MENOR EN ESPAÑA

http://www.terceraopinion.net/2009/11/01/el-chollo-de-ser-menor-en-espana/

Un saludo.

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