(Ignacio dixit).
El Syllabus Errorum (Syllabus: Lista) es un compendio de 80 proposiciones erróneas condenadas por el Magisterio de la Iglesia. Fue publicado, durante el papado de Su Santidad Pío IX, junto con la Encíclica Quanta Cura.
Es un texto relativamente breve, redactado en el lenguaje en el que se solían escribir los documentos del Magisterio de la Iglesia antes de que los Beatles publicaran su primer disco (1960, más o menos): una forma de expresarse sencilla, clara e inequívoca, que no deja lugar a interpretaciones interesadas ni a espíritus del concilio ni inventos similares.
El Syllabus es, quizás, el documento del Magisterio eclesial que más resistencia encuentra, a la hora de ser leído, entre los que dicen ser católicos. Sobre todo porque vislumbran la posibilidad (una posibilidad que se convierte en certeza a los sesenta segundos de empezar a leer el documento) de darse cuenta de que el batiburrillo de ideas a las que siempre han llamado "religión católica" y que, además, son mostradas como certezas absolutas, hoy en día, en catequesis, seminarios, homilías y discursos, no son más que un conjunto de herejías que, como ocurre con toda mentira, han sido aceptadas como verdades debido a la fuerza sugestiva de la repetición incesante. Y, en definitiva, de darse cuenta de que la religión católica nada tiene que ver con todo aquello en lo que ellos han creído toda la vida.
Lo que muchos experimentan al leer el Syllabus es una especie de megadosis, a lo bestia, de la conocida sensación denominada "los-reyes-magos-son-los-padres". Es una sensación ante la que sólo caben dos reacciones: o la necesaria humildad para aceptar que las cosas no son (nunca han sido, de hecho) como te las habían contado los que te rodeaban, o el "non serviam" que le impulsa a uno a seguir sumergido en una gigantesca fantasía compartida con millones de personas (ya saben, amigos: cien mil millones de moscas no pueden estar equivocadas -lo dice la democracia-, ergo...)
Y, claro, para un catequista, o un sacerdote, o cualquier parroquiano, leer el Syllabus (para empezar, dicho sea de paso) y enterarse de que uno es (a pesar de sus buenas intenciones) tan católico - aproximadamente- como pueda serlo don José Luis Rodríguez Zapatero, resulta una sorpresa de difícil digestión. Pero, al fin y al cabo, lo malo no es estar equivocado bajo el influjo de las enseñanzas que uno ha recibido. Lo malo es conocer la verdad y, aun así, rechazarla (o interpretarla a tu manera, que no deja de ser la forma de rechazar la verdad que más furor causa entre los aficionados al autoengaño).
El punto LV del Syllabus condena como errónea (o sea, herética) la siguiente proposición:
"Es bien que la Iglesia sea separada del Estado y el Estado de la Iglesia".
Sin embargo, el diario ABC (imaginamos que buscando el solaz y la tranquilidad de sus lectores), se atreve a afirmar, en el titular de la noticia, que tal proposición será defendida como verdadera, no por Hans Kung ni por José Antonio Pagola, sino nada menos que por Su Santidad Benedicto XVI.
Leyendo dicho titular, uno puede llegar a temer que el Rhin siga desembocando en el Tíber, con los funestos resultados ya conocidos, y que el diluvio modernista no sólo tapa ya casi todos los cerros, sino hasta la cima más alta, pero (afortunadamente), leyendo la noticia se comprende todo.
En el texto de la noticia se puede leer lo siguiente:
"Benedicto XVIII [mal empezamos] lanzará esta semana en Londres un encendido mensaje en defensa de la separación entre Iglesia y Estado, entendida ésta como un respeto mutuo que suponga el reconocimiento de los poderes civiles del derecho de sus ciudadanos a manifestar y desarrollar también en la vida pública sus compromisos religiosos".
Lógicamente, que la Iglesia y el Estado vayan cada uno por su lado nada tiene que ver con que los habitantes de un país puedan manifestar "sus compromisos religiosos" en público. Son dos cosas totalmente distintas. De hecho, la Iglesia y el Estado pueden estar completamente separados, e ir cada uno por su lado, sin que los habitantes de un país tengan la menor libertad para manifestar sus creencias en público y actuar de acorde con ellas.
Además, que los habitantes de un país donde haya separación entre Iglesia y Estado tengan libertad religiosa y/o de conciencia suele ser la excepción, no la regla. La prueba más palpable de ello son mil trescientos millones de chinos. En cambio, en el Vaticano, donde no hay separación alguna entre Iglesia y Estado, todos sus habitantes, tienen libertad absoluta para manifestar públicamente su Fe (y caigan en la cuenta de que ser cabeza de la Iglesia y de un Estado, y defender la separación entre Iglesia y Estado, no sólo sería herético, sino además ridículo).
Pero el personaje que ha redactado la noticia del ABC ha decidido, entendidaéstacomo mediante, rebautizar y darle un significado completamente distinto a lo que el Papa, seguramente, defenderá en Londres, que será la libertad de los británicos (especialmente de los católicos) para poder manifestar en público su Fe (los que la tengan, claro).
Porque lo que hace el que firma la noticia (uno quiere creer que lo hace el que firma la noticia, pues lo contrario sería gravísimo) es algo parecido a decir que uno tiene un criadero de canguros, entendidos éstos como aves de corral que no vuelan y cacarean. Evidentemente, lo que uno tiene, en tal caso, no es un criadero de canguros, sino una granja de pollos.
Y si yo me refiriese a mi abuela materna, entendida ésta como "vehículo de dos ruedas con manillar, sillín, pedales y sin motor", no estaría hablando de mi abuela materna, sino, por supuesto de una bicicleta (por mucho que "progenitor B de mi progenitor B" se escriba con B de bicicleta, que ahí acaban las similitudes, en este caso).
Pero ya se sabe que, en el universo liberal, las cosas no son lo que son, sino lo que uno entiende que son. Y así se da gato por liebre y se presentan los huevos como castañas, "porqueyoloentiendoasí" y (la mejor/peor de todas, según se mire), "porquemelodictamiconciencia".
Además, la sutileza del entendidaéstacomo revela, por parte del que ha redactado la noticia, cualquier cosa (incluso la peor imaginable), menos ignorancia. Casi prefiero, miren ustedes, El País o Público, cuyo odio por la Iglesia y su doctrina no engaña a nadie. Peores son los medios que, bajo la sonrisa y la afirmación de su incondicional apoyo a la Iglesia, manipulan y presentan como sinónimos conceptos que no lo son, asegurando así en sus páginas que el Papa acude a Londres a defender una doctrina herética.
Por ello, sepan que a mí, alguien que, en primer lugar, intenta engañar metiendo un titular que nada tiene que ver con el contenido de la noticia, y, en segundo y para más inri -y nunca mejor dicho- pone como sinónimos cosas que no lo son para luego -ya lo verán- poder afirmar que el Papa ha defendido lo que ni siquiera mencionará, me parece un hideputa mentiroso y manipulador.
Entendido esto como "un extraordinario y admirable profesional del periodismo", por supuesto.
PS: Lo que sí que estará bien (y así espero que se produzca) será el restregón dialéctico, aunque sutil (como mandan los cánones de la diplomacia eclesiástica), mencionando, delante de las cámaras de televisión y para que toda la Cristiandad (Europa, lo llaman los liberales) lo vea, a Santo Tomás Moro, antipatrón del malminorismo y las componendas para agarrarse al cargo público cual garrapata.
PS2: Y algunos todavía creen que el mayor problema del periodismo católico en España es que la edición española de L´Osservatore Romano la publique la misma editorial que el Playboy...
SOBRE HOY, 20-N.
Hace 2 días
5 comentarios:
Gracias por la referencia, hombre.
Aquí somos cuatro francotiradores, y a mi me van dando por todas partes: ponte a cubierto que los nuestros son lo peor.
¿Y si mandas esto a cartas al director o algo?
Hay que decirlo todo. No es lo mismo la separación Iglesia Estado que defienden los liberales (en realidad quieren decir aislamiento Iglesia-Estado o, más allá aún, sometimiento de la Iglesia a las leyes del Estado totalitario) que la separación institucional entre Iglesia-Estado que, ésta sí, debería ser respetada para evitar cosas como el nombramiento de obispos por el poder temporal, el erastianismo o el galicanismo entre otras aberraciones.
Más puntos del Syllabus al respecto para aclarar:
XLI. Corresponde a la potestad civil, aunque la ejercite un Señor infiel, la potestad indirecta negativa sobre las cosas sagradas; y de aquí no sólo el derecho que dicen del Exequatur, sino el derecho que llaman de apelación ab abusu.
L. La autoridad secular tiene por sí el derecho de presentar los Obispos, y puede exigirles que comiencen a administrar la diócesis antes que reciban de la Santa Sede la institución canónica y las letras apostólicas.
LI. Más aún, el Gobierno laical tiene el derecho de deponer a los Obispos del ejercicio del ministerio pastoral, y no está obligado a obedecer al Romano Pontífice en las cosas tocantes a la institución de los Obispados y de los Obispos.
De nada, Ignacio. Si realmente fuesen "los nuestros", no habría que ponerse a cubierto.
Daniel:
Gracias por las aclaraciones, que me parecen de lo más pertinente.
Aun así, no son sólo los liberales los que entienden "separación" como "aislamiento", sino también la propia Iglesia en los documentos de su Magisterio (como en el punto LV del Syllabus). Y ése es el sentido que siempre se le ha dado en el Magisterio eclesial.
Por ello, la confusión (que difícilmente puede creerse que sea involuntaria) que se crea al utilizar la palabra "separación" con un significado distinto al que la Iglesia le ha dado con anterioridad es mucha y grave (y no digamos si fuese el propio Papa en persona el que lo hiciese, aunque fuese en una situación en la que no es aplicable la presunción de infalibilidad papal).
Y, al margen de esto, nada tiene que ver la separación entre Iglesia y Estado con la libertad de culto, que son los conceptos que el ABC intenta presentar como sinónimos e intercambiables, sin serlo.
Anónimo:
Gracias por la sugerencia. Como no soy muy dado a achacar ciertos errores a la ignorancia, dudo que sirviera de algo (salvo para dar a conocer mi nombre, apellidos y DNI).
Por cierto, un matiz que me parece importantísimo (sobre todo porque pasa desapercibido) es que en Gran Bretaña la Iglesia ya está separada del Estado.
Lo que está "unido" al (más bien absorbido por) el Estado en Gran Bretaña no es "la Iglesia", sino una iglesia.
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