Han pasado ya dos meses, y aquí nadie sabe nada. Como siempre, pasado el revuelo del anuncio (y "anuncio" no es lo mismo que "suceso"), el asunto ha caído en el olvido. El que escribe estas líneas había señalado la curiosa costumbre que había adquirido un cierto grupo de comunicación cuya línea editorial puede resumirse en una sola frase o, mejor dicho, en una sola palabra ("Hayquecharazapatero") de saltarle a la yugular a cualquiera que le causase molestias al actual presidente del gobierno. También se hacía uno la pregunta de cuál sería la recompensa recibida por tan celosos guardianes.
A principios de Julio (cuando los españoles andábamos encantados de ver a nuestra -palabra importantísima a la hora de emitir un juicio- selección de fútbol hacer eso que tanto se ha criticado cuando lo han hecho los italianos: ganar el mundial marcando un gol por partido, y gracias) saltaba la noticia: la agencia Efe anunciaba que el Ministerio de Industria había decidido multar a la cadena de radio y TV Intereconomía con 100.000 euros por un vídeo emitido en varias ocasiones entre julio y septiembre del año 2009. El vídeo hacía alusión al "orgullo de la gente normal", en contraposición al día conocido -por sus organizadores y celebrantes- como "día del orgullo guey".
El anuncio de la multa se hacía, muy oportunamente, en vísperas de la realización, en Madrid, del desfile de dicho día (desfile que, junto con sus eventos acompañantes, es generosamente financiado con el dinero del contribuyente por esos mismos políticos que, paradójicamente - o no- son presentados en dicha cadena como salvadores de la patria). Que, al final, lo cierto no es que las cosas de palacio vayan despacio, sino que van al ritmo que interesa a los cortesanos.
Rápidamente fue organizado el coro de plañideras, mesadores de barbas y rasgadores de vestiduras para quejarse por el anuncio hecho por la agencia EFE. Anuncio de multa al que ya se le denominaba como "multa impuesta". Reuniéronse, para clamar por la libertad de expresión, lo mejor de todas esas casas en las que se niega el pan y la sal a quienes conviene cuando conviene (incluyendo la emisión de anuncios ya contratados y pagados, según tengo entendido), y exhibiendo y recordando cada uno sus particulares cicatrices en la guerra "por los derechos y las libertades" (cicatrices que consisten, entre otras cosas, en nada menos que salir en los medios de comunicación que tienen a bien invitarles, diciendo o callando lo que consideran conveniente).
Incluso Federico Jiménez-Losantos acudió para ocupar un asiento en esta versión aconfesional y centrorreformista de la Última Cena (vino incluido, oiga), rebosante de apóstoles del liberalismo, todos ellos presumiendo de su disposición a beber el cáliz de la crucifixión democrática a manos del mismo imperio a cuya sombra han prosperado - y siguen prosperando- durante las últimas décadas (y alguno que otro, después de prosperar también a la sombra del denostado imperio anterior).
Don Federico (quien, durante el actual régimen de derechos y libertades, ha sufrido los atentados físicos contra su persona y ha recibido las multas que no sufrió ni recibió bajo el oprobioso y represor régimen franquista), además, aprovechó para recordarnos quiénes eran los malos (obviamente, el gobierno y el grupo PRISA) y para presentar en sociedad el lobby gay bueno (si hay aborto bueno y aborto malo, EpC buena y EpC mala, cesiones buenas a los nacionalistas y cesiones malas a los nacionalistas, o negociaciones buenas con ETA y negociaciones malas con ETA, en esto no íbamos a ser menos).
Claro que, con la emoción de tan democrático y rebelde momento, don Federico se olvidó del pequeño detalle de que, en las ocasiones en las que ha tenido que rascarse el bolsillo tras ser multado por sus opiniones (algunas de ellas, verdades como templos, todo sea dicho) no fue denunciado ni por el grupo PRISA ni por el gobierno dezapatero (pronúnciese todo junto y sin respirar, como resultado de la fuerza del hábito y la costumbre), sino por el entonces director del ABC y el alcalde de Madrid.
Pero el caso es que -volviendo al tema que nos ocupa- mientras se hablaba de la multa como algo consumado, la multa no acababa de llegar (los propios no-multados reconocían no tener constancia de la misma).Todo lo que había era una noticia de la agencia EFE (la misma agencia EFE de la que, cuando toca, no debe uno creerse nada). Y es que, entre el fragor y la indignación por el anuncio de la multa, todo el mundo parecía haberse olvidado de la diferencia entre ser multado y que la agencia EFE diga que te van a multar.
Porque, qué quieren que les diga, a cualquiera le fastidiaría bastante que le multasen con 100.000 euros (los millonarios lo somos porque, entre otras cosas, somos muy celosos con nuestro dinero), pero importaría bastante menos que la agencia EFE anunciase un par de veces al mes que le van a multar a uno (hecho éste que no afectaría a ninguna cuenta corriente en lo más mínimo).
Porque, mientras no haya multa -y nada ha vuelto a saberse del asunto-, sino anuncio de multa, todo esto no es - o no ha sido- otra cosa, que una excelente y bien aprovechada campaña publicitaria, en la que ese mismo malvado gobierno dezapatero ha ungido, con el óleo del victimismo, a los profetas a los que el pueblo deberá escuchar cuando, llegado el momento, toque designar al líder que nos sacará del "Egipto malo" para dirigirnos al "Egipto bueno" (el mismo desierto, el mismo calor, el mismo río infestado de cocodrilos y las mismas plagas -o peores aún-, pero con Marianofis de faraón). Y teniendo en cuenta lo que cuesta el kilo de publicidad, 100.000 euros (suponiendo que al final haya multa realmente) no dejan de ser un precio de saldo por semejante campaña reclutadora de cariño y adhesión incondicional (tal y como recordaba, con cierta mala idea, el titular del ministerio al que se le ha atribuido la no-multa).
Además, ¿se imaginan qué hubiesen dicho los intereconomártires si los multados con 100.000 euros por exponer su opinión sobre el llamado "día del orgullo guey" hubiesen sido los fachas o los carcas? (y tengan en cuenta que lo que es calderilla para unos supone la ruina perpetua para otros). Seguramente, habríamos oído frases cortadas por patrones ya conocidos, aludiendo a que"las cosas no pueden decirse así, aunque uno tenga razón", o que "la ley es la ley, y está para cumplirla", o que "todo puede decirse, pero dentro de los límites marcados por la constitución y los ideales democráticos", y demás variantes de las conocidas "algo habrán hecho" y "ellos se lo han buscado".
PS: Sepan ustedes (señales empieza a haberlas, y muchas) que si "decharazapatero" se trata, podrán echarlo también metiendo en la urna la papeleta del PSOE.
SOBRE HOY, 20-N.
Hace 1 día
2 comentarios:
algunas proposiciones no se han de decir aunque sean católicas:
“fue muy fuera de propósito y le ofendieron a este testigo conforme a los tiempos que andamos, y que algunas proposiciones, aunque sean católicas, no se han de decir por no coincidir con las herejías que andan en este tiempo”
Al grupo Intereconomía la están haciendo un favor desde el gobierno aunque no sé si conscientemente o inconscientemente.
Con el asunto que apuntas, la publicidad y la imagen de Inetreconomía han subido por las nubes. Pero hay más. Recordemos: ¿de dónde provenía la base de la información que este grupo de comunicaciones aireó sobre el patrimonio del presidente del congreso, el Sr. Bono? Pues del entorno del gobierno.
Entre los sociatas hay una guerra por la sucesión de Zetapé, y para no pillarse los dedos le dan la carnaza a la cadena del gato aguado y ésta la muerde con fuerza y despedaza con saña.
El asunto del que hablas, sospecho que efectivamente fue como se publicó, pero que se filtró antes de tiempo por parte de alguien con contactos en el ministerio, o sea, alguien cercano al o componente del gobierno. Luego, al ver los resultados positivos para Intereconomía, todo se quedó en agua de borrajas, en no-multa.
Al final creo que el grupo de comunicación está sacando tajada de las guerras internas por la sucesión de Zetapé y las peleas por estar bien situados en un hipotético “nuevo” PSOE.
Pero todo son conjeturas. Me encantaría conocer la realidad que hay detrás de todo esto.
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