sábado, 11 de septiembre de 2010

El evangelio según Jean-Jacques.

Monseñor Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, y el mismo que no tuvo reparo en justificar a los cabildos catedralicios que, formando parte de los consejos de administración de Cajasur, dilapidaron los ahorros de los impositores de esta entidad, ha asegurado, en un sermón, que las mujeres que matan a sus hijos mediante un aborto provocado son "víctimas de una sociedad egoísta" y que "muchas se ven obligadas" a hacerlo.

De prohibir el aborto, ni palabra, claro.

Afirmaciones ("la mujer aborta porque se ve obligada", "la sociedad la empuja a ello"), además, que coinciden plenamente con las que hacía, en su momento, la pandilla comandada por Cristina Almeida, como cabeza -sin cuello- visible del movimiento abortista, y ahora hacen las plataformas y foros afines al PP, y que se utilizan en las campañas encaminadas a conseguir, en una parte considerable de la población de un país, la aceptación de la despenalización del aborto. A este paso, acabarán por beatificar a doña Cristina (muy a su pesar, imagino).

Pues si considera a las parricidas son "víctimas de la sociedad", lo que debería hacer Monseñor Fernández (y recomendarlo así en sus pastorales) cuando una de estas mujeres, iluminada por el Paráclito, se le acerque al confesionario atormentada por la culpa (absurda, si es víctima y fue obligada), es decirle que no necesita confesarse, y que la única que debe confesar sus pecados es esa señora tan malvada que tiene la culpa de todo, la versión modernista del maestro armero: Doña Sociedad (quizás conocida como "la Marisoci" en el corral de vecinos en el que habite). Y que a esa sinvergüenza - de la que todo el mundo habla, pero cuya cara nadie conoce- sí que le va a caer un buen paquete cuando, por fin, se arrepienta de los pecados ajenos (que son los de todo el mundo, se entiende). Y es que uno pensaba que El que sufrió por los pecados ajenos fue Jesucristo, pero parece que le ha salido una seria -y revolucionaria- competidora, a la hora de expiar los pecados de la humanidad, en los discursos de los que se supone son Sus representantes.

Claro que, si la obligada no tiene culpa de nada, menos aún la tienen los que se vieron obligados a obligarla (quienes, al fin y al cabo, viven influidos por la misma sociedad y bajo las mismas leyes), a los que sí culpan sin ningún miramiento los feminazis que -supongo, pero no mucho- no saben que lo son.

Es por ello que nadie debe extrañarse que, desde que, de medio siglo a esta parte, a la mayoría de los pastores del rebaño del Señor les dio por echarle la culpa de todo a Doña Sociedad, los confesionarios hayan quedado vacíos, puesto que nadie tiene la culpa de nada. Y es perfectamente normal que, de algunos templos, los confesionarios hayan desaparecido por completo, puesto que, con uno o dos que haya en alguna iglesia perdida por aquí y por allí, son más que suficientes para atender a la única pecadora de nuestro tiempo.

Por ello, si están pensando en hacer algo que la mayoría de sus compatriotas o vecinos considera "normal" (por ejemplo, descargarse y ver una vez tras otra - y no precisamente de brazos cruzados- la filmografía completa de Nacho Vidal), pueden proceder a ello con absoluta tranquilidad, puesto que la culpa es de esa señora egoísta que les obliga mediante la irresistible y democrática fuerza de las opiniones mayoritarias.

Y, sobre todo, coman y beban, que mañana morirán. Y si San Pedro les hace preguntas incómodas a la entrada del Cielo, ya saben a quién tiene el primer Papa que pedirle cuentas y pasarle la factura de lo que ustedes hayan hecho.

Claro que, si Monseñor (o cualquiera de los que comparte su progrediscurso) conoce alguna mujer a la que han obligado a entrar en un abortorio a punta de pistola, o atada y amordazada, lo que debería hacerlo es denunciarlo a las autoridades competentes (que quizás, no hubiesen hecho nada, que ya se sabe que, siendo el aborto el gran sacramento del culto a Miss Liberty, no van a ser sus adoradores los que profanen sus templos). Y, si no, que calle para siempre y que llame a las cosas por su nombre (que probablemente sea su principal función como obispo).

Pero así está la Iglesia en España: en cuanto toca sudar la camiseta un poquito (aunque sea un simple sermón sobre el asunto más sangrante -tanto en sentido figurado como literal- de nuestro tiempo), le sale progresismo revolucionario por todos los poros de la piel.

Por cierto, este buen hombre es una de las grandes esperanzas blancas de las que, al parecer, algunos esperan abundantes palmaditas (derechoides, me temo) en la espalda en un futuro próximo a cambio de ponerse un bozal ahora cuando de las organizaciones satélites del PP (y otras cosas) se trata.

Pues permítanme señalarles la obviedad que de perros mudos anda el rebaño sobrado. Así que, si a cambio de un ratito a la semana ante los micrófonos de radio pirenaica el precio a pagar es el silencio selectivo y conveniente (una pena que ciertos artículos -y sus comentarios- hayan sido borrados del blog y de la web donde figuraban escritos para la posteridad), al final pasará lo de siempre:

Que, ni honra, ni barcos.

12 comentarios:

Ignacio dijo...

Muy bueno.

Embajador dijo...

Suscribo lo dicho por Ignacio, aunque me permito puntualizar que Jean Jacques, como suele ocurrir con todos los modernos encantados de haberse conocido, no dijo nada original. Realmente lo único que que aportó fue la traducción al francés del pensamiento de Pelagio.

Que dirigentes sociales católicos se apunten al discurso de Pelagio en versión roussoniana no tiene mucho de particular, es simplemente falta de formación. Que un obispo católico suscriba las tesis pelagianas es un pelín más preocupante. Pero tampoco tiene nada de particular, antes eran arrianos y había montones de ellos.

Fray_Fanatic dijo...

Eso son ganas de enredar, Embajador... la herejía arriana es del año 300 y dio lugar a un debate enconado de narices en el que los herejes plantearon un argumentario teológico que obligó directamente a convocar un Concilio, que terminó provocando otros dos más de forma indirecta y que todavía perduró casi cuatro siglos más y llegó a evangelizar a pueblos enteros -particularmente los germánicos- y a algún que otro Emperador.

El Obispo de Córdoba ni va a evangelizar a nadie ni ha desarrollado una teología paralela. Más bien ha tenido un grave desliz, fruto probablemente de que se le habrá ido el santo al cielo. O de que no es el lápiz más afilado del bote. O de que un sector de la Jerarquía vive en los mundos de Yupi, lo cual no es ser hereje, sino más bien ser buenista hasta la idiotez.

Ignacio dijo...

Estoy harto del "buenismo" que esconde una manera de disculpar, de minimizar el daño.
Es un hereje una mala persona un cabrón y un hijo de puta; más preocupado por brillar en sociedad que por su trabajo
Harto de relativismo.

Maite C dijo...

Efectivamente, creo que Mn.Demetrio Fernández ha tenido un desliz,no se sí porque se le ha ido el santo al cielo, como dice Fray Fanatic, o por un exceso de buenismo que lo ha llevado a liarse sin querer.

Hay que tener en cuenta que el Obispo de Córdoba, es de los más cercanos a los que están por los valores innegociables (al menos hasta ahora).

En consecuencia pues, no ha medido sus declaraciones, y debo pensar y así lo espero, que queriendo hacerlo bien, le ha salido mal.

Embajador dijo...

Fray Fanatic- La única diferencia es que hoy en día los herejos no pueden plantear "un argumentario teologico" de ninguna clase por dos razones: 1. porque de donde no hay no se puede sacar y 2. porque muy a su pesar ya está todo inventado. De modo que se recurre al eslogan.

Lo del "desliz".....Insisto en lo de antes: que ese "desliz" lo tenga un dirigente del catolicismo "social" no resulta sorprendente, que lo tenga un obispo a quien se presume una sólida formación doctrinal, cierto sentido común y un mucho de preocupación por sus ovejas, resulta más preocupante. Cualquier carencia de los tres elementos anteriores en un obispo es cosa de preocupar.

Anónimo dijo...

Los sacerdotes deberían reflexionar en que:

1) Una mujer que aborte es PARTE de la sociedad, y no un "ente aislado pero influenciable".

2) El deber de los sacerdotes es inentar CAMBIAR en sentido positivo a la sociedad. Por ello, deberían establecer, en todos los templos, la ceremonia de bendición intrauterina, en la cual se haría la entrega de hojas impresas en las que se detallara el funcionamiento orgánico embrionario y fetal, así como la obligación moral social hacia sus integrantes no paridos.

Mas no insistamos: desde el Antiguo Egipto, sacerdotes y políticos han establecido pactos para no afectarse mucho mutuamente. Así, fingen que se pelean, pero saben hasta dónde pegarse...

Fray_Fanatic dijo...

Maite y Embajador: Yo creo que hay Obispos que son, directamente, destructivos y que además lo son a propósito. Mi argumento para defender al de Córdoba es, simplemente, que le falta sentido común.

Sé que es un argumento pobre, pero uno también tiene sus querencias personales en materia episcopal.

Por cierto, en Francia acaban de montar un Observatorio de los Obispos. No nos vendría mal uno aquí.

http://layijadeneurabia.com/2010/09/12/observatorio-de-los-obispos-2/

azahar dijo...

Totalmente de acuerdo, Museros.

Volvemos a lo de siempre. ¿Por qué consideran a la mujer un ser influenciable y sin capacidad de decisión respecto a matar a su hijo?

¿Tanta inutilidad desprende para pensar que su acto es producto de la sociedad egoísta que le envuelve?

¿Y qué opinan las feministas de estas afirmaciones en las que dejan a la mujer como una tonta sin sentido común? Porque a mí, que no soy feminista, me molesta bastante.

¿La mujer abortera asesina a su hijo arrastrada por la sociedad y ella no tiene nada qué decir?

Luego, la mujer no tiene voz ni voto en este asunto.O sea que aborta sin saber qué es lo que hace.

Cada vez se extiende más este discurso exculpatorio hacia quién comete uno de los crímenes más graves: Matar al más inocente y por decisión de su propia madre.

Sumado a todas las consecuencias que se derivan de estas afirmaciones. Porque, ya puestos, nadie es culpable de nada.

Anónimo dijo...

azahar:

como he dicho en otras ocasiones, algo de cierto tienen quienes dicen que la mujer es "víctima social", pero... HAY QUE ROMPER EL CÍRCULO VICIOSO.

Me explico: es como las lapidaciones: un musulmán que las acepte no es más perverso que nosotros, sino producto de su cultura, como lo son las abortistas.

Mas si nunca les echamos en cara que se están portando como trogolditas, y nunca promovemos sanciones para abatir esas abominables costumbres, siempre habrá musulmanes lapidadores y cristianas abortistas...

azahar dijo...

luigichido:

no comparto la afirmación de ser producto de una cultura. Los seres humanos no somos deterministas.

Aún en culturas cerradas, siempre queda la conciencia de cada uno que es capaz de discernir lo bueno de lo malo. La cuestión es si se quiere hacer.

La influencia externa puede perfectamente colisionar con el sentir de cada uno.

En nuestra sociedad, abierta y con todos los medios a nuestro alcance, es impensable considerar que la mujer es arrastrada a la comisión de un crimen tan atroz. Impensable considerarla víctima de nada.

Pero sí, hay que decir, hay que decirle que - por mucho que le consideren víctima y arrastrada por la sociedad- es una asesina. Porque ha matado a su propio hijo.

Y eso es un hecho incuestionable.

Anónimo dijo...

Azahar:

"Aún en culturas cerradas, siempre queda la conciencia de cada uno que es capaz de discernir lo bueno de lo malo."

Precisamente ahí es donde surgimos los desadaptados sociales. Y de hecho, mientras más pasivos seamos, más fuerza tomará la barbarie social, al grado de que en un futuro pueden ejercer acciones represivas en nuestra contra. Ya en Alemania un pastor fue encarcelado por comparar el aborto con el genocidio nazi.

"Pero sí, hay que decir, hay que decirle que - por mucho que le consideren víctima y arrastrada por la sociedad- es una asesina. Porque ha matado a su propio hijo."

Así es: de hecho, si no le decimos "asesina nauseabunda" a una abortista, le hacemos más daño, al fomentar su tendencia viciosa.

Nuevamente, la demasiada pasividad conduce a la derrota. Recordemos la multa que le aplicaron en Polonia a la revista católica a la mujer abortista miope que ganó un juicio ante la Corte Europea.

Seamos duros y directos precisamente para contrarrestar la perniciosa influencia social "progre" en la psique femenina. Es por el bien de ellas y de todos.

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