- Pues sí, doña Salvadora, como lo oye usted:
después de gozar de sus favores siempre que la necesitaron, colmándola, a cambio. de regalos y riquezas, la abandonaron y
permitieron su escarnio público, y todo para
salvaguardar el buen nombre de sus familias y calmar el ambiente, que se estaba volviendo irrespirable.
- Ya se lo decía yo, señá Vicenta; que
estas cosas siempre acaban igual...Así contó esta historia, no por conocida, menos repetida, el director italiano Giusseppe Tornatore:
1-
La maciza del pueblo. (o bien: "¡Menudo par de
escaños tienes, preciosa!")
2-
La golfa del pueblo (o bien: "Como no pensamos dejar a nuestros maridos, aun sabiendo que nos ponen los cuernos, tendremos que desahogarnos con ella").
Por supuesto, las enlutadas y repetidamente cornudas esposas volvieron a casa con sus maridos como si nunca hubiera pasado nada (todo sea por "proteger las instituciones"), y aquí paz y después gloria.
Y es que, para que la olla a presión no explote, hay que abrir la espita y dejar salir algo de vapor de vez en cuando.
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