Vivía en la inopia más absoluta (incluso más que ahora, que ya es decir) cuando, durante el último año de carrera, fui al cine a ver la película "Tierras de Penumbra". La película narra parte de la vida del profesor Clive Staple Lewis (más conocido por "C.S."), un señor de cuya existencia no tenía, hasta entonces, la más mínima noticia (y cómo iba a tenerla, si me dedicaba a ver la tele y a leer periódicos).
Además de disfrutar con la extraordinaria interpretación de Anthony Hopkins en el papel del profesor Lewis (aún hoy veo fotos de C.S. Lewis y lo primero que se me pasa por la cabeza es lo raro que me resulta comprobar que no tiene la cara del actor galés), la película me impulsó a tomar la que, sin duda, ha sido una de las mejores decisiones de mi vida: comenzar a leer la obra de este profesor de literatura en la Universidad de Oxford.
Como suele suceder, descubrí (y eso que la película es más que notable) que, en el caso de Lewis, también se cumplía la máxima conocida de que "el libro -los libros, en este caso- siempre es mejor que la película" (hoy en día hay cada vez más excepciones a esta norma, y no es porque las películas de hoy sean mejores que las de antes, precisamente).
"Cartas del diablo a su sobrino" ha sido siempre el libro que más me ha gustado de Lewis. Es algo así como la versión diabólica de "Camino" (el ejemplo que conozco en el que mejor se cumple aquello de que "el libro" es infinitamente más recomendable que "la película"). Si la obra más conocida de San Josemaría Escrivá de Balaguer está escrita como una serie de consejos de un mentor o director espiritual a un joven que desea vivir cristianamente, las "Cartas del diablo a su sobrino" contienen los consejos dados por Escrutopo (un diablo ya veterano que, en el infierno, forma parte de lo que podríamos llamar "comité federal del partido") a su sobrino Orugario, un diablillo de las nuevas generaciones infernales que empieza a intentar ganarse su ascenso y su futura pensión vitalicia haciendo trabajo de campo (o sea, intentando llevar por el mal camino a una buena persona).
El libro (que se publicó por entregas en el diario "Manchester Guardian") es una soberbia y brillante colección (y descripción) de las estrategias que el diablo (ése personaje que se supone que existe, pero a quien casi nadie menciona nunca -lo mismo que ocurre con el malo, Voldemort, en las historias de Harry Potter) emplea para tomar el pelo a la humanidad, no ya en el Siglo XX o XXI, sino desde que el mundo es mundo y Adán y Eva aún no sentían la necesidad de arrancarle hojas a una higuera para colocárselas delante de la entrepierna (lo siento, generaciones egocéntricas de las que formo parte: no tenemos nada de especial respecto a nuestros antepasados. De hecho, el creernos mejores que ellos nos hace más vulnerables a los engaños de "aquél que no hay que mencionar para que no nos critiquen los que nos van a criticar igualmente, hagamos lo que hagamos").
Y lo más asombroso es que las estrategias muy bien podrían resumirse en una sola:
Hacer creer a una buena persona de que está haciendo el bien mientras hace el mal.
Porque las tácticas que Escrutopo enseña a su sobrino Orugario no consisten en posarse en el hombro del "Paciente" (como llaman en las epístolas al alma que aspiran a desviar) y pedirle, con una sonrisa sardónica, que sea malvado y perverso. En absoluto (así no se engaña a nadie). Escrutopo le muestra a Orugario cómo conseguir que su posible víctima acabe (tal y como advertía el profeta Isaías) llamando, al mal bien, y al bien mal; a lo dulce, amargo y a lo amargo, dulce; a la luz, oscuridad, y a la oscuridad, luz (la misma táctica que Orwell denominó, en su obra 1984, doblepensar).
Eso sí, como el diablo sabe más por ser viejo que por ser quien es, las tácticas se van perfeccionando con el paso del tiempo. El profeta Isaías se expresaba de esta manera porque, probablemente, en el tiempo en que vivió todavía se contemplaba el bien como una opción a realizar. Hoy en día, muchos han sido persuadidos de que el bien es una opción irrealizable e imposible y que no queda más remedio que optar por la variedad del mal que menos desagradable nos resulte (y, por paradójico que parezca, la gente que así razona suele acusar luego al presidente del gobiernodespaña de bajarse los pantalones ante cualquier enemigo en cuanto se presenta la ocasión). Qué quieren que les diga: la victoria más sencilla y más segura consiste en convencer al otro de que ya ha perdido el partido aun antes de saltar al campo (y seguro que Sun-Tzu escribió alguna frase por el estilo).
Les aconsejo que lean el libro con algo para ir subrayando las frases que más les llamen la atención (que serán muchas) y así poder volver a releerlas una y otra vez. Todas son "de la más rabiosa actualidad" (entre otras cosas porque, como ya digo, los seres humanos siempre hemos estado hechos de la misma pasta y siempre nos han timado de la misma manera).
Y, como creo que es lo de menos en este caso, voy a contar el final del libro (y no sigan leyendo, si no quieren enterarse todavía), utilizando otra frase, no por conocida menos cierta:
La revolución siempre devora a sus hijos.
SOBRE HOY, 20-N.
Hace 5 días
14 comentarios:
Excelente entrada.
Con leer nada más que la primera de las cartas se comprenden muchas cosas.
Excelente recomendación.
Pues tienes toda la razón. No sólo la obra es imprescindible, sino que además me parece que la obra de Lewis es muy pasada por alto... ¿Casualidad?
BTW, gracias por el enlace ;)
Brillante Museros.
Efectivamente, el diablo siempre intenta que las buenas personas escojan el mal menor, que al fín y al cabo es mal y punto.
Y esto lo resumes muy bien con esta frase con doble significado y para que los que quieran entender, entiendan:
"Hacer creer a una buena persona de que está haciendo el bien mientras hace el mal".
¡C.S.Lewis! Impresionante. Las Cartas son la caña. Las cartas y un ensayo que tiene sobre el amor... ahora no recuerdo el título.
" la victoria más sencilla y más segura consiste en convencer al otro de que ya ha perdido el partido aun antes de saltar al campo".
Efectivamente. Pero en el caso de los católicos, además, es que ya hemos ganado antes de salir al campo.
Vae victis in dei Misericordia Domini!
Enneas:
Muchas gracias.
Gonzalo:
Gracias también por tu comentario. Y sí, la primera carta, aun siendo la más breve, marca las pautas a seguir. Pautas fácilmente reconocibles (Lewis lo llamaba "las cartas del diablo a su sobrino" y hoy lo llaman "publicidad", "marketing", "estrategia", etc.).
Fray Fanatic:
Debe ser muy pasada por alto para evitar, en la medida de lo posible, que la gente compare la forma deliberadamente confusa de expresarse del postmodernismo con la precisión y lucidez con la que Lewis maneja los "concetos" y el lenguaje. Podría ser peligroso que la gente se diese cuenta que "pensar" no consiste en regurgitar las bobadas que escucha por la tele.
Maite C:
Todo mal es menor, dependiendo con qué se compare. El "malmenor" de hoy, de hecho, es peor que el "malmayor" de hace 15 años.
Y lo peor de todo es que se ha persuadido a mucha gente de que hacer el bien no sirve de nada y que sólo queda optar por una de las variedades del mal que se nos presenta a bombo y platillo a través de los medios.
Das Gretchen:
"Los Cuatro Amores".
Perlimplín:
Es verdad. Y eso hace el engaño aún más sangrante (y la colaboración con el mal aún más sangrante).
La falta de confianza en la Providencia lleva a unirse al enemigo en lugar de combatirlo.
El padre Iraburu está escribiendo unos artículos muy interesantes sobre esta cuestión (el voluntarismo y la falta de confianza en la Gracia) en infocatolica.com (por si alguien no los había leído todavía).
Museros: sí, llevo leyendo al P. Iraburu bastante tiempo. En particular sus dos últimos artículos sobre semipelagianismo son bastante buenos.
Por cierto, recomiendo, como llevo haciendo desde hace años, los libros del P. Iraburu que uno puede bajarse for free en gratisdate.org.
En especial, y como libro magistral y no muy extenso, recomiendo "De Cristo o Del Mundo". Es de lo mejor que he leído sobre Catolicismo, Liberalismo y Modernismo dentro de la Iglesia.
Es de esos libros que te dejan un poso de luminosidad durante bastante tiempo, por la claridad y clarividencia de las explicaciones.
No esperar más. Bajárselo ya y devorarlo.
Hola, Museros,
Excelente consejo la lectura de este libro. Cada vez que se relee, se aprende algo nuevo y también repercute de diferente manera en cada etapa de nuestra vida.
También es muy recomendable como lectura juvenil, en lugar de muchos bodrios que hacen leer en las escuelas y que tratan al joven como un elemento que no es capaz de preguntarse cosas.
Me pregunto, al hilo de tu post, ¿cuántas buenas personas que aceptan ese mal menor, pueden considerarse buenas personas? Aceptar el mal -mal menor en lenguaje actualizado- y darse cuenta que se trata del mal y aceptarlo ¿no es incurrir en complicidad? ¿Puede persistir el engaño al observar el resultado tras mostrarlo? ¿el mal menor exonera de responsabilidad?
No me gustan las graduaciones de los valores absolutos. Como dice Maite C, el mal menor es mal y punto. Y añado, la vida es vida y punto, sin términos medios ni proclamas de excepciones. La Fe es Fe, sin adulteraciones mundanas y así podríamos continuar para todo lo importante, para todo lo que nos sustenta como católicos.
Un saludo.
azahar: si te engañan una vez, la culpa es de ellos. Incluso si te engañan dos. Pero si te engañan más de dos y hasta 14 veces, la culpa es tuya.
Totalmente de acuerdo contigo, Perlimplín.
Luego, engañados.... engañados ¿hay muchos?
Yo creo que no.
En verdad, un libro para disfrutar y aprender. Eso sí, para aprender quien esté en disposición de ello, prque llevar el parche sobre el ojo (ya sea el derecho, ya sea el izquierdo) no le deja a uno hacerse una idea clara.
Si alguien se lo quiere bajar en PDF:
http://www.megaupload.com/?d=YLVLQX91
Me ha hecho gracia porque hasta hace unos anios yo tambien vivia en la inopia. Ahora como que tambien, pero debido a la distancia; aunque lo bueno de eso es que no puedo "leer periodicos" (muy bueno, Museros).
Y aprendiendo; de C.S. Lewis y de los comentarios de todos.
Tampoco yo he entendido jamas eso del "mal menor".
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