Hace unos días, en Socuéllamos (Ciudad Real), dos hombres pegaron una paliza a una mujer embarazada. La paliza fue de tal calibre (o tan certeros los golpes) que el embarazo acabó en aborto (para los provida despistados: esta mujer sí ha sido víctima de un aborto).
Normalmente, cuando una mujer sufre una agresión por parte de un hombre, los medios de comunicación, lo propagan a los cuatro vientos (algo que parece más que razonable) con las frases enlatadas de siempre ("lacra social", "enérgica repulsa", "nuestra más absoluta condena", "necesidad de concienciación de toda la sociedad", "todos somos culpables" -la culpabilización continua del individuo es una constante en la socialdemocracia-, "los violentos deben saber que jamás doblegarán la voluntad de los demócratas" -si no eres "demócrata", eres "violento" entonces, y eso en una democracia en la que se matan más de 100.000 inocentes cada año).
[Inciso: Las agresiones sufridas por hombres a manos de mujeres son sistemáticamente ocultadas -salvo alguna excepción muy llamativa- por los medios de comunicación. El libro "El varón castrado", de José Díez Herrera, revela que en España mueren casi tantos hombres como mujeres a manos de su pareja del sexo opuesto. Aún sigo esperando que los que se reúnen en una plaza de esta ciudad a guardar un minuto de silencio (el padrenuestro de los cobardes, según genial definición de Eduardo García Serrano) cada vez que una mujer muere a manos de un hombre, se reúnan para condenar el asesinato de un hombre a manos de una mujer].
La realidad es que, en el caso de la paliza de Socuéllamos, los apalizadores y la apalizada son musulmanes (y se supone que la víctima mortal -el nonato- lo hubiera sido también si no le hubiesen matado). Las reacciones típicas y tópicas han brillado por su ausencia y los políticos que se pelean por ponerse delante de las alcachofas mediáticas cuando un cristiano agrede o mata a su señora, han desaparecido del mapa como por arte de magia.
De hecho, la víctima fue apaleada por no haberse cubierto el pelo con el pañuelo de rigor. ¿Se imaginan cuáles hubiesen sido las reacciones de tirios y troyanos si un tal Juan López hubiese apaleado, con la ayuda de su hermano, a su señora por llevar minifalda?.
El único que ha dicho algo ha sido el alcalde de Socuéllamos, (imagen de la derecha, y va sin segundas) pero no para "condenar enérgicamente" nada, sino para criticar a los medios por publicar la noticia. Según el señor alcalde, esto hubiera podido pasar en cualquier parte (como si eso justificase lo ocurrido), demostrando que al señor alcalde no le molesta tanto lo ocurrido como que haya ocurrido en su pueblo. Una reacción muy parecida tuvo el alcalde de Pozuelo en la particular "noche de los cristales rotos" de esta localidad madrileña (los cristales rotos eran, sobre todo, de botellas de whiskey, ron y otros licores con los que la juventud -veinteañeros cuyos padres, con su misma edad, ya les daban el biberón- se divertía). Semejante barbaridad no ha merecido la más mínima crítica por parte de las feministas y feministos profesionales (algo que, indudablemente, hubiese ocurrido si el agresor hubiese sido cualquier vecino cristiano del pueblo- de hecho, si el agresor se hubiese llamado Juan López, ni por asomo se le hubiese ocurrido al alcalde soltar tal salvajada).
Al señor alcalde de Socuéllamos sólo le faltó rematar la faena con su particular versión de aquella frase de uno de los números más geniales de Gila: "Si esta mujer no es capaz de aguantar una broma, que se vaya del pueblo".
Pocos días después, y a miles de kilómetros de allí, en la base militar de Fort Hood, Texas, un militar mataba a doce de sus compañeros. El militar se llama Malik Nadal Hassan y, según cuentan algunas versiones, lo hizo al grito de "Alá es grande" y afirmando que "Todos los infieles deben morir". Según esas versiones, el mayor Hassan (psiquiatra, para más señas) habría matado a sus compañeros en protesta por haber sido destinado a Afganistán, ya que el Corán prohíbe a un musulmán combatir contra otros musulmanes al lado de cristianos y judíos.
[Nuevo inciso: Eso plantea varios interrogantes, a saber:
1- ¿Por qué, entonces, se alistan en los ejércitos de los países occidentales los musulmanes, si saben que se les puede requerir combatir contra musulmanes de otros países?
2- ¿Saben esto los mandamases -cada vez más mandamenos- del ejército español? ¿Tenemos una quinta columna -o quinto minarete- instalada en todos los ejércitos de Occidente?].
Aunque uno duda de la veracidad de los supuestos gritos con los que Hassan coreó el asesinato de sus doce compañeros (en España estamos más que familiarizados con esas historias de colgarle el mochuelo al morito de turno), lo innegable del asunto es que el mayor Hassan es musulmán.
Por la tarde, se anunció una comparecencia, en la sala de prensa de la Casa Blanca, de uno de los mejores lectores de discursos del mundo (para los progres despistados: "lector de discursos" no es lo mismo que "orador"), el presidente B. Hussein Obama (inquilino, además, de la mansión reseñada). Cuando todo el mundo se esperaba el típico (aunque necesario) discurso institucional y solemne para lamentar y condenar lo ocurrido, y tratar, en la medida de lo posible, reconfortar a las familias de las víctimas, y tranquilizar a los norteamericanos, B. Hussein Obama (que venía de una especie de conferencia con representantes de la llamada nación india -imagino que, de vuelta a la reserva, no pudieron recurrir a la consabida expresión de hablar con el hombre blanco) se dedicó, durante tres minutos de reloj, a soltar sonrisitas, gestitos, y saluditos y a contarle a todo el mundo lo bien que se lleva él (porque todos sus discursos son sobre lo bien que lo hace todo él, por si todavía no se habían dado cuenta) con los representantes de los americanos nativos (como los llaman por allí los políticamente correctos).
Después de los tres minutos de gracietas y como si fuese un tema secundario, B. Hussein Obama (como dice jocosamente la imagen, parafraseando una expresión utilizada en los libros de Harry Potter, "aquél cuyo segundo nombre nunca debe mencionarse") soltó el discurso de rigor sobre la matanza de Fort Hood.
En ambos casos (Socuéllamos y la Casa Blanca) contrasta la conducta tan distinta a lo habitual, trivializando de una forma u otra lo ocurrido como si careciese de la importancia suficiente (en el caso de Socuéllamos, como para ser reseñado en los medios; en el caso de Fort Hood, como para merecer un discurso aparte y no uno del tipo "no-iba-a-hablar-de-esto-pero-aprovechando-que-estamos-aquí"), demostrando una increíble frialdad e insensibilidad hacia las víctimas que contrasta con los rasgados de vestiduras y las lágrimas de cocodrilo que se sueltan, invariablemente, cuando los autores de crímenes semejantes son cristianos.
¿Hay una especie de omertá -inconsciente o no- a ambos lado del Atlántico para quitarle hierro a ciertos crímenes cuando los comete un musulmán?
PS: Para los que votaron al cristiano Mayor Oreja en Junio (y, con él a todos los que habían votado, el pasado 14 de Enero en el Parlamento Europeo, a favor del derecho al aborto que iban en la misma papeleta): Sigue sin decir ni pío sobre la sentencia anticrucifijo de Estrasburgo. Enhorabuena y que Dios les conserve la vista.
SOBRE HOY, 20-N.
Hace 2 días
6 comentarios:
Gracias para (linkage), en Espanol?
LCR
Be welcome, Rebel.
Left Coast, enlace en español.
Museros, de acuerdo con todo menos con un detalle: la mujer no ha sido víctima del aborto ni de un aborto (como ninguna madre): ha sido víctima de dos moros cabrones consecuentes con su religión pagana. El niño no pegó a su madre, sino sus congéneres nacidos.
Un saludo
Tienes razón, Orisson.
Creo que lo que quiero decir es que, en este caso, sí se podría afirmar algo así como que "ha sufrido el aborto de su hijo" o algunas parecidas.
Un saludo.
Cuidado con el caso de Socuéllamnos, que parece que pudiera tener mar de fondo:
http://www.abc.es/20091106/nacional-castilla-mancha-ciudad-real/marroquies-propinan-brutal-paliza-200911061245.html
http://www.europapress.es/nacional/noticia-velo-no-motivo-ataque-marido-20091106220348.html
No estoy de acuerdo con el análisis que hacéis Museros y Orisson. No he observado que se le haya intentado restar importancia a este caso. Al contrario, he observado que se le ha dado bastante cancha, incluso en diarios progresistas, como por otra parte sería lógico si se confirmara que la abominable noticia es cierta. Sin embargo, para mi la verdadera contradicción es que los progres (a izquierdas o a derechas) consideren que es una acción punible (BIEN) y en cambio les parezca bien si la misma la efectúa un señor con bata blanca y con el consentimiento de la mujer (MAL). Este es el verdadero escándalo a mi juicio.
Por otra parte, no estoy exactamente informado de sus legislaciones, pero estoy bastante seguro de que en los países islámicos se respeta la vida del no nacido bastante más que en los países occidentales. Lo cual no quiere decir que me parezca bien el Islam, por supuesto. A sangre y fuego contra él si es preciso, pero por las razones adecuadas.
Hola, Brigante:
Lo de si la mujer era o no "víctima de un aborto" ha sido, como puedes imaginar, un comentario "colateral" al tema de la entrada, que es el doble rasero con que se tratan ciertos asuntos (cualquier asunto, de hecho), por parte de los apóstoles de lo políticamente correcto, cuando el autor de los hechos es musulmán.
A lo mejor tú has podido tener una visión más completa del asunto y estás mejor informado respecto a las reacciones de la prensa, en general, pero no he oído a nadie criticar al alcalde de Socuéllamos por semejante barbaridad, y eso que es senador del Partido Popular. Normalmente, en un caso así (de no haber sido musulmanes los agresores) los socialistas harían como los cocodrilos: morder la presa y no soltarla hasta que esté bien muerta.
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