"Hola, les presento a Vladimir, de la KGB. Dice que quiere que Estados Unidos gane la Guerra Fría".
"¡Caramba! ¿Qué bien? ¿No?. ¡Venga con nosotros, Vladimir!. Le llevaremos a dar conferencias por ahí y le daremos uno de los cargos de mayor responsabilidad en la CIA, con acceso a todos los documentos clasificados de todo tipo (para restregárselo al Politburó en la mismísima cara). Luego lo presentaremos ante los medios, quienes, boquiabiertos, se darán cuenta de que, con un agente de la KGB al mando de la CIA, la derrota de la URSS es inminente e inevitable".
Ayer, en Zaragoza, se inauguró el Congreso Internacional Provida. Como a muchos (imagino) se me propuso asistir. Tras lo escuchado y leído durante las semanas de vorágine preparatoria del 17-O, decliné la invitación sospechando que el Congreso (como las conferencias provida a las que asistí hace unas semanas en la ciudad en la que resido) serviría (inevitablemente, aunque con excepciones) como "taller de aprendizaje de consignas" dentro de la normalización lingüística que los admiradores de Barack Obama están imponiendo entre muchos en el movimiento provida español. Porque, al igual que ocurre en algunas sectas, los fieles necesitan un período de aprendizaje que incluye varias frases mágicas para escabullirse cuando las incoherencias salen a flote.
En una de las primeras conferencias, la neuropsiquiatra infantil (y militante de izquierdas, como el agente imaginario Vladimir) Paola Binetti, repitió una de las más utilizadas por los provida españoles (de forma selectiva e interesada):
"La batalla es de la sociedad civil, más que parlamentaria".
La frase, además, revela las simpatías políticas (entendidas como forofismo hacia unas siglas, no como ideas abstractas) de la gran mayoría de los asistentes (a los que va dirigida una frase como ésta).
Cuando uno está sentado en uno de esos cafés tan bonitos de la avenida Unter den Linden, en Berlín, mientras son otros los que son llevados en trenes a Auschwitz, es muy cómodo (e interesado, en bastantes casos) pontificar acerca de cómo el holocausto judío se evita cambiando poco a poco la mentalidad de los alemanes y olvidándose del Reichstag que ha hecho las leyes que niegan a los judíos el status legal de persona y de los tribunales que las han ratificado conforme a derecho. Mientras miramos extasiados la Puerta de Brandenburgo, y son otros los que se desnudan para entrar a las cámaras de gas, es muy sencillo hablar de estrategias para cambiar el III Reich desde dentro. O algo así.
La consigna benigniana de olvidarse del Parlamento y pasarse siglos convenciendo a millones de personas, se difunde con un propósito muy concreto: Que la gente siga votando al PP, a pesar de los pesares.
Mientras tanto, los nacheteros nos recuerdan (contra toda evidencia, teniendo en cuenta lo sucedido en España en los últimos 25 años) que los partidos que voten a favor de la "ley Aído" se arriesgan a un severo castigo electoral (¿ah, sí?) en un futuro no muy lejano, y celebran la posibilidad de que "las bases" del PSOE y el PNV "se rebelen contra su partido".
Los que no están dispuestos a rebelarse contra el PP por el aborto, reclaman a los votantes del PSOE y PNV la coherencia que ellos no tienen y que, además, justifican llegado el momento con la frase en negrita arriba reseñada.
Inciso:
[¿Hay que dejar de votar al PSOE y al PNV por el aborto? "¡Por supuesto!" ¿Y al PP? "¡Oiga, que la solución está en la sociedad civil, no en el Parlamento, así que no pasa nada porque yo siga votando al PP!" Entonces, ¿la "ley Aído"? "¡La ley Aído no debe aprobarse de ninguna de las maneras! ¡Es una barbaridad!". ¿Y las leyes vigentes? "Es que lo importante no son las leyes, sino cambiar las conciencias". O sea, que, a ver si le entiendo: Las leyes abortistas a las que se opone el PP no deben ser aprobadas, pero las leyes abortistas que le gustan al PP, no importan. "¡Oiga! ¡Usted le está haciendo el trabajo sucio al PSOE! ¿Verdad?". O sea que, el aborto, según usted, es suficiente razón para dejar de votar a cualquier partido excepto al PP. "¡Usted lo que pasa es que se cree que tiene el monopolio de la verdad!".]
Además, si la solución está en la sociedad civil y no en el Parlamento, ¿por qué tanta molestia -tanta campaña, tanta manifestación- todo este último año para que no se apruebe una ley? Si hay que olvidarse de las leyes y el Parlamento y centrarse en la sociedad civil, ¿qué más da que se apruebe la ley Aído? Que aprueben las leyes que les dé la gana, porque lo importante es "cambiar los corazones". De hecho, si la solución está en la sociedad civil y no el Parlamento, como ya hemos dicho, sobra todo el código penal. Que se legalicen o despenalicen todos los delitos, mientras convencemos a la gente para que no los cometa.
¿De verdad que todavía hay que explicar lo que seguirá pasando (por muchos se "corazones" que se cambiasen) en un país con 35 millones de provida dispuestos a llevar al Parlamento a 350 políticos abortistas?.
Pues uno, al final, tiene que preguntarse si no será eso lo que pretenden los que difunden las consignas entre los fieles.
SOBRE HOY, 20-N.
Hace 2 días
2 comentarios:
Inatacable
Gracias (creo), Astigarragatarra.
Menudas sidrerías hay por allí, oiga.
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