Ayer, la "ley Aído" pasó su primer trámite parlamentario sin mayor novedad. Fueron rechazadas todas las enmiendas a la totalidad, por lo que la legalización del parricidio sigue adelante con toda normalidad democrática.
En una plataforma centrorreformista muy conocida, de pronto, han descubierto cómo se cambia la actitud de los partidos políticos (al menos, de los partidos que basan su programa político, no en principios inamovibles e innegociables, sino en encuestas): hay que hacerles pupa haciendo lo que haga falta para que pierdan todos los votos posibles.
Ya he escrito en alguna ocasión que un liberal/conservador (táchese lo que no proceda) es alguien que presenta como novedosa (y de propia autoría) una obviedad a la que se opuso furibundamente cuando fue señalada por otros (tachando, de paso, a los que la enunciaban, de "ultras", "fanáticos" y demás).
Ignacio Arsuaga (el líder de los casacas rojas), ha descubierto el Mediterráneo por enésima vez y anuncia cómo va a conseguir que el PSOE (y otros) cambien su postura sobre el aborto: haciéndoles pasar un calvario electoral.
Naturalmente, cuando le señalas a los casacas rojas (o a los casacas blancas de don Benigno) que justo ésa es la forma de que el PP cambie su postura ante el aborto, te dicen que nones, que nada de dejar de votar al PP, que al PP hay que votarlo primero porque "la solución está en la sociedad civil y no en los partidos políticos".
Lo curioso es que, aun teniendo razón en lo de que al PSOE (y a cualquiera) se le cambia no votándolo, la influencia de don Benigno y don Ignacio sobre el electorado del PSOE es, más o menos, la misma que la mía. Pero (por desgracia), sobre quienes sí tienen influencia es sobre los millones de españoles que votan las siglas PP con fidelidad perruna, a quienes tienen, literalmente, comiendo de su mano.
Si don Benigno o don Ignacio (o los dos) amenazasen hoy mismo con pedir a sus fieles que no votasen al PP hasta que éste partido cambiase su postura ante el aborto (por ejemplo, anunciando su intención de derogar la "ley Aído" una vez aprobada, o derogando las demás leyes abortistas vigentes), sí podrían influir en este partido (¿se imaginan qué pasaría si HO o el FEF anunciase un calvario electoral para el PP hasta que cambiase?). En un santiamén, habría un partido mayoritario que defendiese la abolición de las leyes abortistas (claro que, quizás, otros tardarían aún menos en ver truncados sus sueños de ser ministro o progresar en la política).
Dado que demuestran saber perfectamente (¿alguien lo dudaba? Lo sabemos incluso los que no hemos sido secretarios de estado ni hemos ido a seminarios de breinguashing - perdón, marketing social- en Estados Unidos o Méjico) cómo se presiona a un partido político, y dado que no quieren hacerlo con el único partido sobre cuyo electorado tienen una influencia patente, sólo cabe pensar que no lo hacen porque no quieren.
Éste comportamiento es totalmente absurdo si se parte de la premisa de que las platajuntas de don Benigno y don Ignacio son plataformas provida. Pero tiene todo el sentido del mundo si se llega a la conclusión de que su propósito es beneficiar electoralmente al PP, y que su (momentánea) oposición a la ley abortista en trámite no es más que un medio para ello.
Porque al que quiere acabar con el aborto, no le importa hacer pupa (o amenazar con ello) a los intereses electorales del PSOE, del PP, o de quien se ponga por delante (dado que es eso, precisamente, lo que ellos mismos reconocen que modifica las posturas de los partidos políticos). Pero, al que quiere beneficiar electoralmente al PP, animará a no votar al PSOE a causa del aborto, y animará a votar al PP a pesar del aborto.
Y, ¿qué quieren que les diga?. Me parece una canallada (con todas las letras) afirmar, como hace la ministra Aído (sea por ignorancia, mala baba, fanatismo o las tres cosas juntas), que se puede matar a un hijo mientras tenga cordón umbilical, porque no es un ser humano hasta que se lo cortan. Pero, incluso la aberración enunciada por la ministra y sus adláteres (y sus jefes) encierra implícitamente la premisa de que a un ser humano no se le puede matar.
Pero pasarse el día entero proclamando a los cuatro vientos que un ser humano lo es desde el momento de la concepción y luego decir (como si de una heroicidad o un gran hallazgo se tratase) que, por razones tácticas, uno va a callar ante las leyes vigentes que permiten su asesinato, es (se mire por donde se mire) una canallada aún mayor (por muy involuntaria o inconsciente que sea), porque supone reconocer, implícitamente, que a los inocentes se les puede seguir matando si ello repercute favorablemente en la efectividad de mis tácticas y en la consecución de mis (inconfesables) objetivos.
Y demostrar que, encima, uno sabe cómo se modifica la postura a favor del aborto de un partido y luego recomendar hacer justo lo contrario (votar primero, y luego ya veremos) al único electorado sobre el que puede influir es algo que no me atrevo ni a calificar.
Con este tipo de conductas se entiende mejor a Aquél que dijo que lo tibio daba más asco que lo frío.
PS: Y que nadie me venga con la presión social al PP del 17-O. El 17-O fue un intento de presionar al PSOE (un partido al que el 17-O no le va a hacer perder muchos votos, desde luego) nada más. ¿O es que alguien cree que se puede llamar "presión social a un partido" a recibir, en una manifestación, entre vítores y aplausos (y gritos de "presidente, presidente", o "presidenta, presidenta") a los políticos de dicho partido y luego fotografiarse con ellos y darles palmaditas en la espalda mientras le cuentan a las cámaras de TV lo muchísimo que les gusta la legislación abortista vigente?.
SOBRE HOY, 20-N.
Hace 2 días
3 comentarios:
Museros, ¿me daría una dirección de correo a la que poder escribirle? Es que ni en su perfil ni en su blog he encontrado una. Gracias. Un cordial saludo.
Hola, Museros,
la verdad es que son orignales. El enlace que has puesto al blog de Alejandro Campoy es muy significativo sobre la posición de poderío en la que se encuentran estos inteligentes y cultos.
O sea...que la sociedad, en general, es subnormal profunda y ahí están ellos (que son muy listos) para enseñar y concienciar sobre lo malo, malito que es el aborto. Pero ¡oh! ¡cuidado!, como la gente tiene tan pocas entendederas, no es momento de influir sobre los beneficios de una derogación de la ley porque puede suponer un colapso y, tantas cosas a la vez, son difíciles de digerir. Es vergonzoso.
Pero ¿con quiénes se creen que están hablando? Que bajen de su pedestal, que ya cargan.
Y, luego, la otra. Con el castigo del voto al PSOE. ¿Por qué no se lo hacen al PP también? Si es, precisamente, -como bien dices- lo que se ha estado discutiendo hasta la saciedad en otro espacio y no lo entienden. Pero es que no lo entienden.
Por otra parte, esta política educativa que proponen los listos, podrían aplicarla a todo tipo de delitos: Que intenten concienciar al atracador, al violador, al estafador, al terrorista...¡Qué chupi guay!
Es repugnante. Disculpa, pero no tengo otro apelativo más moderado, si bien me guardo los más malsonantes.
Un saludo.
Alvaro:
museros51@gmail.com
Saludos.
Azahar:
Creo que sí lo entienden. Así lo reconocen ellos mismos. Lo curioso (y aquí reside la maldad de todo este asunto) es que el único partido al que podrían influir (SI quisieran, claro) es al PP. Y no lo hacen porque su intención no es cambiar la actitud de éste partido ante el aborto, sino justificarla en la mente de sus votantes.
Entre parar el aborto (para ello tendrían que hacer pasar al PP un "calvario electoral") y llevar cuanto antes a Rajoy a la Moncloa, prefieren lo segundo. Es obvio. Entre otras cosas, porque su fin no es parar el aborto, sino lo otro.
Sobre el enlace al blog de Campoy, quizás tengas razón y hayan tenido demasiadas sesiones de "breinestormin" (o "puesta en común de ideas"). El caso es que se pasaron un mes entero diciendo que por supuesto que querían que se derogase la ley del 85, pero que no lo decían así porque eso ya iba incluido en la frase "condenamos todo tipo de aborto". Y el día antes de la manifestación (cuando la gente ya ha hecho sus reservas de autobús y, algunos, hasta de hotel o lo que sea), reconocen (al menos DAV) que, de pedir la derogación de las leyes actuales, nones.
¿Cuánta gente hubiese ido a Madrid si hubiesen dicho claramente desde el principio que no iban a pedir derogación de ley abortista alguna?. Pues eso. Se callan hasta el último momento.
Que somos como niños y así tienen que tratarnos (y muchos se dejan).
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