El mamporrerío centrorreformista se ha desperezado lentamente tras la resaca de Nochevieja, pero con los engranajes de la maquinaria bien engrasada y los depósitos bien llenos de gasolina (con la que amenazan, como siempre, estar dispuestos a apagar los incendios , eso sí, -faltaría más- con las mejores intenciones del mundo).
Después de digerir las inevitables comilonas en tan señaladas fechas (en las que, a lo mejor, han tenido la discusión política de marras con algún cuñado puñetero -y "ultra"- que les habrá recordado cómo los de la gaviota hacen lo mismo que los de la rosa, que es lo que les fastidia - y mucho más que tener un cuñado socialista) y haber puesto la banderola con el Niño Jesús o del portal de Belén en el balcón que mira a las pistas de pádel de la urbanización -para que las vean y se chinchen esos vecinos tan pijos que siempre llevan El País bajo el brazo-, se han entregado de forma entusiasta a la noble tarea de ganarse el sueldo (y si a alguno le fastidia lo de "ganarse el sueldo", que renuncie a él).
La
primera mina la plantaron
los mariachis de la llamada "normalización lingüística" en España (como pueden ver,
la culpa es de Zapatero), una semana antes del sorteo de la lotería de navidad (además de que les falta una "P" en las siglas, no tienen escrúpulo alguno en atribuirse, igual que la malvada Pilar Bardem, la representatividad de millones de españoles. Si unos son los de la "ceja", otros son los del "frenillo lingual").
Después de salir de marcheta tras las campanadas de año nuevo, siguió
el grueso del pelotón por las calles de Madrid, siendo rápidamente -y espontáneamente, nadie lo duda- secundados por el IPF (aunque parezca sorprendente, la "P" no es de "pepero", sino de "política"; no es un engaño, sino "complejos", claro).

Ayer (y ya estaban tardando mucho -se ve que a algunos los días entre fin de año y reyes les pillaron esquiando con la familia), se sumó a la loable iniciativa
la rama educativa del entramado (éstos no tienen problema en llevar dos "P" en las siglas; se les nota el arrojo juvenil). Por cierto, menuda ética la de estos profesionales, que nos invitan, no a votar si soltamos a Barrabás (lo cual, repito,
se da por sentado), sino si al inocente lo crucificamos como siempre o, como San Pedro, lo crucificamos haciendo el pino.
Todo esto no pasaría de ser una
boutade más (un descorchar botellas de champán para que el tapón haga ruido al salir y luego las burbujas hagan cosquillitas en el paladar y pare usted de contar), como han sido el reparto de abanicos, las sueltas de globos, el pancarterío con frases de cualquier no-católico que se tercie (Burke, Martin Luther King, Gandhi) -que llevar frases de San Ignacio de Loyola, o del padre Manjón es demasiado "belicista" y pueden llamarte "facha"- si no fuese porque, en su primer número del año,
el diario La Razón se lanzó en plan blitzkrieg a pedirle al general (cuyo antiguo jefe de prensa, Francisco Marhuenda, dirige el diario "hermano" de la edición española del Playboy) que lanzase sus divisiones acorazadas (acorazadas con cemento suprafacial, se entiende) en apoyo de la fiel infantería (sé que el maestro don Rafael me perdonará que utilice el nombre de uno de sus libros para nombrar a unas mesnadas a las que hubiese dedicado una enciclopedia entera).
Y es que La Razón (cuyo sueño es evidente que produce los monstruos más aberrantes) le dedicó nada menos que un editorial a tres columnas a la iniciativa de convocar a los españoles ante las laicamente sacrosantas urnas para decidir bajo qué ley podremos matar a nuestros hijos (y digo "iniciativa" y no "
invento", porque esto de votar a quién matamos o cómo lo matamos se ha hecho toda la vida -siempre que uno no esté incluido entre los asesinables, claro, porque, para un "demócrata", lo único innegociable y no votable es que él no salga perjudicado por el resultado de la votación).
Lógicamente, lo que se intenta vender es que ese entramado conocido como "sociedad civil" es el que le está tirando de las barbas a don Mariano para que se ponga en su sitio, cuando en realidad, lo que está ocurriendo es justo lo contrario. Sospecho (especialmente por el editorial del diario oficioso del marianismo) que es precisamente don Mariano el que ha mandado a sus zapadores a abrir camino para luego desfilar él con la corona de laurel bajo el arco del triunfo.
Porque este engendro no funciona de abajo a arriba , como creen los adeptos, sino de arriba a abajo. No es la "sociedad civil" la que le arranca concesiones y favores al gran líder, sino que es el gran líder el que ordena a la "sociedad civil" que pida lo que él ya, previamente, ha decidido conceder. Es una especie de coreografía previamente ensayada en la que se presenta como fruto de un gran esfuerzo lo que ha sido pactado con anterioridad (algo que nuestros políticos hacen todos los días, dicho sea de paso).
Recurriendo a una analogía de Orisson: Los perros pastores no están para llevarle al pastor las quejas del rebaño, sino para llevar a las ovejas por donde quiere el pastor (y que encima se lo agradezcan).
Podría equivocarme (un poco de humildad no viene mal de vez en cuando), pero no creo que un referéndum así se llevase a cabo (y si se lleva a cabo, es porque,
como dice Orisson, el gobierno tendría bien claro que sería peor el remedio que la enfermedad). Lo que sí podría ocurrir es que, tras el editorial de La Razón en el que Mariano Rajoy se pide a sí mismo arremangarse y sudar la camiseta, se le den unos cuantos tijeretazos a algunos flecos menores de la "ley Aído". La "sociedad civil" podría así seguir vendiendo su forraje mítico-ideológico a sus adeptos ("¿Véis cómo llevábamos razón?", ¿"Véis como la solución está en la sociedad civil?" y, sobre todo, "¿Véis como el PP, aunque dista mucho de ser perfecto, es
sensible a nuestras justísimas demandas y, con ellos, se puede conseguir algo"?), y seguir presentándose como los intermediarios oficialmente homologados ante los
salvadores oficialmente homologados del régimen.
Volveríamos a comprobar cómo todo se desarrollaría según las pautas del famoso "mito del héroe" que, explicado por Joseph Campbell, podría resumirse así (en román paladino):
1- Placidez y sosiego (en la Comarca, todos somos felices con el aborto consensuado y despenalizado).
2- ¡Problema! (el problema no es tanto la ley abortista, como el hecho de que es promovida por un gobierno socialista).

3- ¡El problema se agrava! (
los malos consiguen refuerzos y el asunto se torna desesperado).
4- Llega el héroe con el 7º de caballería (el periódico que, hasta hace dos días, era un perverso publicador de anuncios de prostitución y que nos repugnaba por su repentinamente redescubierto ayuntamiento empresarial con una conocida revista de tías en pelotas). El héroe le arranca un acuerdo al Señor Oscuro que no es lo que se pedía (y tampoco se pedía lo que se tenía que pedir), pero "hay que gobernar de forma realista".
Se ejecuta así la danza de la muerte, la auténtica ingeniería social de todo este culebrón de la "ley Aído": conseguir que los que dicen estar contra el aborto aplaudan con las orejas el aborto, siempre y cuando no se le llame "derecho". Y se presenta como gran héroe de la lucha contra el aborto a un señor que ni siquiera va a derogar la "ley Aído" cuando gobierne.
Que lo peor de todo esto (por recurrir a otro ejemplo muy conocido) no es que obliguen a los judíos a entrar en la cámara de gas: es que son los propios "judíos" los que se meten en la cámara de gas -y sonriendo, además- y cierran con llave por dentro (y, si intentas avisarles de lo que ocurrirá o -no digamos- intentas abrir la puerta, te llaman "facha"). Es la nunca suficientemente denunciada consolidación de un régimen, unas leyes, y una ideología con el apoyo de los que dicen oponerse a todo ello.
Una de las frasecitas rimbombantes de los que se creen héroes mientras se pasan el día batiéndose en retirada se le atribuye a Edmund Burke (ya se sabe: "Para que el mal triunfe, sólo hace falta que los buenos no hagan nada").
Como ya he dicho en alguna ocasión, la frase de Burke revela que el que la pronunció vivía en una época muy distinta a la nuestra (en la que la hiperactividad se convierte en la justificación de todos los errores). Ciertamente, Burke nunca hubiera imaginado que así actuarían los que le van a gastar su frase de tanto usarla. Burke nunca hubiese podido imaginar que serían los
buenos los que trabajarían activamente - abanico y pandereta en ristre- para hacer triunfar el mal, mientras los malos los miran, muertos de risa, y sin tener que mover un dedo.
Si Burke viviese hoy, probablemente diría: "Para que el mal triunfe, basta con llamarlo
malmenor, que
los buenos, ellos solitos, se encargan de todo".
Y ya sólo falta acertar y que le echen a uno
la "culpa" de haber tenido la idea.PS: No sé si por ahí iban los tiros, pero el
genial aforismo de Embajador en el Infierno acerca de la fornicación (ideológica y moral) del centrismo y la moderación es perfectamente aplicable a todo esto. Y, habiendo estudiado en un instituto (mixto) con un colegio de monjas enfrente, prefiero no ahondar en la interpretación literal de la frase.
PPS: De Cospedal no quiere un debate "aborto sí o aborto no" y nosotros, aún menos, que, ante todo, somos gente educada y obediente. O sea.