Hace poco fue Dalmacio Negro. Ahora es el profesor Gustavo Bueno quien, en esta entrevista, habla, no sólo sobre el totalitarismo de la democracia liberal, sino sobre el fanatismo de los que, a pesar de los hechos, consideran incuestionables ciertos dogmas por el simple hecho de oírlos en la tele todos los días (basta con leer algunos comentarios para ver cómo se escandalizan algunos al leer que hay gente que cuestiona la democracia liberal; y para más inri, un señor con canas pretende hacernos creer que sabe más que nosotros, los jóvenes. ¡Qué se habrá creído ese facha!).
Especialmente útil es su aguda descripción del mecanismo de autoengaño de los demócratas (exactamente idéntico al de los comunistas): Si en una democracia (liberal) ocurre algo bueno, es gracias a la democracia. Pero si ocurre algo malo, la democracia nunca tiene la culpa (y, además, si ocurre algo malo, es que eso no era democracia, o la democracia no se ha aplicado correctamente). En cambio, si en cualquier otro tipo de régimen político ocurre algo bueno, es una casualidad (o que alguien aplicó el liberalismo/comunismo sin caer en la cuenta), pero si ocurre algo malo, es la prueba fehaciente de que ese régimen político es malvado, perverso y corrupto per se.
Ahora queda comprobar si, después de aplaudir a estos señores y agradecerles que nos ilustren, actuaremos en consecuencia o nos diremos que "nos estamos jugando mucho y hay que votar lo de siempre, aunque sea a dos manos".
Gustavo Bueno es un ejemplo más de cómo la revolución, invariablemente, acaba yendo más allá de lo que sus hijos planearon (y, en cuanto puede, los devora, además). Es la consecuencia impepinable de la mentalidad revolucionaria y compulsivamente innovadora; y pasa tanto en los partidos políticos democráticos como en las bandas terroristas: detrás de los veteranos, surge otra generación más ansiosa aún por aplicar las enseñanzas de los maestros (ser centrista/ser progresista/apretar el gatillo - táchese lo que no proceda) y más papista que el papa. Los cachorros, inevitablemente, acaban acusando a los tigres ya ancianos de "ablandarse" y "aburguesarse", mientras éstos se lamentan en plan Ortega y Gasset: "No era eso, no era eso".
Los mentores ( llámense Aznar, González o Julen Madariaga) acaban observando impotentes cómo sus pupilos -que, en cuanto les destronan, no les hacen ni caso- se vuelven aún más centristas/progres/etarras (táchese de nuevo lo que no proceda) de lo que ellos nunca pensaron ser. Y es que la vida, al revolucionario veterano, se las devuelve tarde, pero se las devuelve todas juntas: "¿No querías caldo (centrorreformismo/progresismo/"lucha armada")? Pues toma dos tazas".
PS: Estando las cosas como están, quiero aclarar que el paralelismo es : Aznar-centrismo; González-progresismo y Madariaga- etarras. Qué le vamos a hacer: no me fío de la LOGSE (y de las libertades modernas y de la democracia liberal, aún menos).
Actualización: No puedo dejar de recordar que todo lo que dice el profesor Bueno, ya lo llevan diciendo otros desde hace más de 35 años. Aunque él habla a toro pasado, no deja de tener su mérito que se atreva a señalar que el rey va desnudo.
SOBRE HOY, 20-N.
Hace 5 días
1 comentario:
¿"Democracia liberal"? Je.
Ya quisiera un demócrata ser además liberal...
Saludos.
YO NO LE VOTÉ: ^^
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