martes, 2 de marzo de 2010

Bienaventurados los humildes (I)

Tras reunir a los periodistas para recordarles sus deberes para con "las instituciones" (la verdad, como siempre, es la mayor enemiga del régimen), alarmado porque a sus señorías los insultan por la calle, el presidente del Congreso nos revela innecesariamente, en una especie de lapsus freudiano, lo que todos ya sabíamos: que los políticos se consideran una especie de casta aparte:

"Los que más nos parecemos a los españoles somos los diputados que les representamos".

O, como decía aquél en la novela de Orwell "Rebelión en la Granja":

"Todos los animales somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros".

Si la hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud, tal homenaje (en este caso) ha desaparecido por completo. Ya ni siquiera se predica una igualdad de derechos y deberes que sólo existe (como tantas otras cosas) sobre el papel, sino que se admite abiertamente esa evidente desigualdad de una manera que demuestra que la intención no es corregirla, sino mantenerla (o que aumente), pero sin que nadie se queje (que es lo importante, al fin y al cabo).

PS: Tiene razón Embajador en el Infierno cuando hace ver la relación entre la campaña del "Derecho al Optimismo" (por decreto-ley, como todos los derechos que nos otorga la revolución) y la apelación del presidente del Congreso a los medios para que apacigüen los corderos de los señores diputados.

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